Mirada alrededor

Juan José Ruiz Molinero

jjruizmolinero@gmail.com

¿Otra vez las dos Españas?

Preocupa oír voces políticas que propugnan crear un frente popular contra otro derechista

La tragicomedia política que estamos viviendo en España está adquiriendo matices preocupantes que desbordan sus grotescos episodios, incluido el golpe de Estado de los independentistas catalanes, que no cesan en sus pretensiones y en sus ofensas a las instituciones básicas -monarquía, justicia, Constitución-, aprovechando que en el Gobierno central hay un presidente que depende de ellos y al que se permiten chantajear y amenazar. Sánchez -al que no se le puede incluir en el bloque "golpista", como hizo Casado en el agrio debate parlamentario- sí se ve obligado a complacer a sus socios independentistas, aunque lo traten tan despectivamente. Lo último, sugiriendo que el delito de rebelión no es aplicable a los presos secesionistas, adelantándose a decisiones de jueces y fiscales. Se acerca noviembre, fecha del ultimátum de Torra, y algo tiene que hacer para mantenerse en La Moncloa.

Insisto en el tema nacional, porque me preocupa el grado de agresividad mostrado por los ideólogos de dos bloques antagónicos. He escuchado al 'vicepresidente in péctore', Pablo Iglesias, propugnar un frente político popular, formado por PSOE, Podemos, ERC, los derechistas PDCA -con su ultra supremacista Torra- y PNV, heredero de las ideas racistas de Sabino Arana, amén de Bildu, con su herencia etarra, que, hoy, tienen, juntos, mayoría en el Congreso, frente a otro grupo derechista integrado por PP, Ciudadanos y los extremos de Vox. Abandonar el centro, por uno y otro lado, y volver a las dos Españas de tan trágico recuerdo, es jugar con fuego. Una cosa es que existiese un bloque constitucionalista que defendiera los grandes principios de un Estado democrático y otro que auspiciara la multinacionalidad, la abolición de la monarquía y la Constitución. Estos asuntos podrían discutirse democráticamente, pero sin dividir a España en dos bandos excluyentes, porque la mayoría de españoles ni son extremistas ni se adhieren inquebrantablemente a unos o a otros, porque, por fortuna, España es una sociedad plural, a la derecha o a la izquierda, pasando por el centro.

Los principales partidos PP, PSOE, Ciudadanos, Podemos deben abandonar extremismos y extraños compañeros de cama y contribuir, a pesar de sus diferencias, para no repetir el rancio cliché de dos Españas irreconciliables de tan nefasto recuerdo.

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