Hoja de ruta

Ignacio Martínez

La vida color de rosa

SI quiere ver la vida color de rosa, eche veinte centavos en la ranura, decía el tango de Raúl González Tuñón. Pero sin necesidad de moneda alguna, el éxito tiene una cara hermosa. Como la arruga de Adolfo Domínguez, la victoria es bella. Lo ha sido en la Eurocopa de Austria/Suiza y también en Wimbledon. El fútbol y el tenis nos transmiten la ficticia sensación de que valemos millones de veces más que antes, de que hemos derrotado una arcaica tradición española pesimista, trágica, de grabado de Goya en blanco y negro. Zapatero intenta poner color el buen hombre, con un optimismo histórico inoportuno, que le impide decir al enfermo nacional que tiene una grave enfermedad en su economía llamada c. El cáncer en este caso es la crisis. O, como decía un profesor mío en el Instituto Internacional San Telmo, la crisssssssss.

Pero no son sólo los éxitos nacionales los que nos levantan el ánimo. La liberación de esa menuda, fuerte y hermosa mujer que es Ingrid Betancourt ha emocionado a medio mundo. Oírla con esa firmeza tras su liberación es una inyección de adrenalina para cualquier ser humano de buena voluntad. Aunque esta historia también mueve lo peor de nosotros mismos. Que si es muy sospechoso que estuviese tan entera, que si no parecía famélica después de seis años de secuestro, que si en vez de rescatarla han pagado por su rescate, que si ha abandonado demasiado pronto Colombia...

Y ahora se la critica porque no vuelve. No lo hará durante un tiempo, según he podido oírla decir en Radio Francia Internacional y el lunes en TV5Monde. Dice que se queda en Francia y no vuelve porque teme una represalia de las FARC en la manifestación contra los narcoterroristas convocada el 20 de julio en Bogotá. Una demostración que tendrá réplica en 165 ciudades del mundo. Aquí vuelve el lado hermoso de los seres humanos. Su familia no la deja correr riesgos. Y ella está más frágil de lo que parece: en RFI rompió a llorar a lágrima viva y dijo que se detesta cuando llora, pero no lo puede evitar.

Es lamentable la imagen de las FARC, el grupo guerrillero marxista leninista, fundado en 1964, se ha convertido en una banda de narcotraficantes, que raptan a menores para incorporarlos a sus filas y tiene secuestradas a centenares de personas. Un aviso para los gudaris etarras, de una organización fundada en 1959, que también se decía marxista leninista y que medio siglo después ha perdido por completo el sentido de la realidad: si no se disuelven antes, acabarán como las FARC, dedicándose al narcotráfico para financiarse y al secuestro de menores para tener algo de tropa. Es la cara fea de los humanos.

En todo caso, el estado de euforia nacional se suma a la hermosura del éxito y al color del tango de gratis: el rosa es la mezcla del rojo de la selección y el blanco de Nike en el uniforme de Nadal.

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