La chauna

José Torrente

torrente.j@gmail.com

He visto

Empieza la cuesta de septiembre mirando la rampa de octubre y los puertos de noviembre

Las vacaciones se acaban, junto a la tormenta Messi tras ocho goles teutones, y la pandemia, que nos confinó y nos ha mediatizado salidas y viajes, termina su agosto con miedos, certezas e incertidumbres a la par. El asueto no ha sido despreocupado, más bien envuelto de tranquilidad silente y esa ruidosa amenaza de un virus rebrotando y cambiándolo todo. Empieza la cuesta de septiembre mirando la rampa de octubre y los puertos de primera de noviembre y diciembre. Manos a las carteras que llegan el ímpetu fiscal del Gobierno.

He visto gente hasta el cuello de la mascarilla. Y hasta el codo. O colgandera de la oreja izquierda. De la derecha también. Por debajo de la nariz y por encima de las gafas. Y la he visto tan sobrada y negacionista a la vez, que ni siquiera la llevaba. He visto a proteccionistas en grado premium, con la cara tan tapada que diríase de apicultores. He visto cómo el virus es un tuercebotas que todo lo trastoca y lo remueve, que ha fastidiado lo más sagrado de nuestra cultura de ocio: la calle.

He visto a Podemos quejarse de los escraches que recibe, como nunca se quejó de los que dio. ¡Ay! He visto al vicepresidente segundo del Gobierno alertar de la antidemocrática oposición por opinar en contra de él, incluso por pedir su salida del consejo ministerial. Lo he visto amenazar a quien quiera oírlo que unos presupuestos con Ciudadanos de muleta, si fueran, serían sin él en el mismo barco que doña Inés. Los he visto llamar caja "solidaria" a una presunta caja B, y expiar culpas en la espalda de abogados y contables desleales, como si Bárcenas solo hubiera uno, y fiscales en su contra, treinta y tres.

Con el virus atacando almas irresponsables, y algunas inocentes también, he visto a un presidente republicano irse de vacaciones con el autobombo de la nueva normalidad, salíamos más fuertes decía, a una residencia regalada al rey emérito por un monarca jordano. Lo he visto volver, haciendo que pareciera precipitadamente, para decirnos que él se lava sus manos federales. Que silben ahora a la España autonómica, y no a él.

He visto diecisiete maneras distintas de planear volver al cole, pero una sola ausencia: las de la ministra Celaa y el ministro Castells. He visto a padres preocupados porque de la educación de sus hijos nadie se preocupe como ellos ven. He visto decaer el prestigio de la política por culpa de unos líderes que cuando más se les espera, ni estén. Lo vi. Habrá que seguir mirando, y rezando a la vez.

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