Abengoa como síntoma

Andalucía no debe perder las grandes empresas que tiene, sino favorecer el desarrollo de sociedades radicadas en la comunidad con vocación de largo plazo

Abengoa vive sumida en una profunda incertidumbre. Dentro de dos semanas se sabrá si hay salida para sus dificultades financieras o se ve abocada a la liquidación. La multinacional andaluza lleva cinco años luchando por sobrevivir. Tras varias reestructuraciones financieras que dejaron fuera del ámbito de decisión a sus accionistas históricos, provocaron quitas de miles de millones, la venta de sus activos más importantes y la pérdida de casi la mitad del empleo que tenía en 2015, aún vive asfixiada por una deuda que no para de crecer -el 5% en el ejercicio de 2019- y que se acerca a 6.000 millones de euros y por un negocio que no puede con esa losa. Sus actuales gestores están convencidos de que con el auxilio financiero que negocian conseguir de sus principales accionistas y acreedores (bancos, fondos de inversión y el Estado) todavía es viable y puede salvarse lo que queda de la empresa fundada en 1941 y que llegó a ser un gigante de la ingeniería y de las energías renovables. Abengoa merece salvarse, por diversos motivos. Uno relevante es que sigue siendo fuente de riqueza y empleo para Andalucía, donde trabajan la gran mayoría de los 2.500 trabajadores que aún tiene en España (de 14.000 en todo el mundo). Otra razón no menos importante es que la comunidad autónoma no está sobrada de empresas grandes que tengan su sede y centro de decisión en Andalucía. La Junta de Andalucía se ha implicado en ayudar en este tercer rescate que debiera ser definitivo. No sólo es responsable, porque ayudará a que no se acreciente el impacto que la crisis creada por la pandemia de Covid-19 va a provocar, sino que es muy pertinente que desde la Administración autonómica se apueste por el apoyo a empresas andaluzas y si éstas tienen una dimensión importante, mejor. Porque hacer hincapié en que se conformen más empresas andaluzas autónomas con poder de decisión que puedan ser de referencia en sus respectivos campos de actuación es una necesidad ineludible. No se trata de que la Junta subvencione o las haga crecer con su presupuesto, sino de que Andalucía se eleve en las estadísticas gracias al desarrollo de las empresas con domicilio social y fiscal en la región que tengan vocación de largo plazo.

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