El Covid-19 desempolva las fronteras

Habrá cosas que no volverán a ser iguales. La globalización, como la soñaron los más optimistas, está ahora mismo en cuarentena

L AS noticias sobre la pandemia del coronavirus se precipitan y no transcurre más de una hora sin que aparezcan nuevos y sorprendentes titulares que nos delatan la importancia y gravedad de la crisis sanitaria que estamos viviendo. Ayer, el ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska, anunció el restablecimiento de los controles en las fronteras terrestres y desde la medianoche sólo se permite el acceso al país a los ciudadanos españoles, residentes en España, trabajadores transfronterizos, a quienes acrediten causas de fuerza mayor o situación de necesidad y al transporte de mercancías. Esto supone la suspensión el tratado de Schengen haciendo uso del artículo 28 del mismo, que permite restablecer temporalmente los controles en las fronteras interiores en situaciones como la actual. Sobre todo no hay que dramatizar. Estamos ante una medida que sólo durará el tiempo que esté en vigor el estado de alarma, por ahora quince días, aunque el Gobierno ya ha anunciado que probablemente serán más. El Covid-19 pasará tarde o temprano y las fronteras internas de Europa volverán a abrirse. Sin embargo, a nadie se le escapa que la pandemia está suponiendo un duro golpe (otro después del Brexit) para la Unión Europea, que ya se ha convertido en el principal frente de la humanidad contra este virus. De hecho, por lo visto hasta ahora, el protagonismo en la lucha contra el coronavirus lo están llevando a cabo (con sus aciertos y errores) los estados-nacionales, lo que está suponiendo un evidente refuerzo de su autoridad frente a otros poderes supraestatales y regionales. Esto, evidentemente, está poniendo nerviosos a los siempre quisquillosos nacionalismos territoriales hispánicos, que están haciendo todo lo posible por atomizar la respuesta del Gobierno. Aun así, Bruselas tendrá su oportunidad de recuperar la iniciativa y el liderazgo una vez que pase la emergencia sanitaria y haya que arreglar el evidente destrozo económico producido por la misma. Ése será el momento en el que la UE pueda demostrar que aprendió de los errores que cometió durante la crisis de 2008 y lidere una respuesta de sensibilidad social, flexibilizando sus objetivos de déficit y permitiendo a los gobiernos hacer una política económica que permita la recuperación empresarial y del empleo. Después de muchos años, los españoles volveremos a ver los puestos fronterizos en nuestras fronteras. Es una medida temporal, pero nos engañaríamos si pensásemos que todo volverá a ser igual que antes. La globalización, tal como la soñaron los más optimistas, está ahora mismo en cuarentena.

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