Incertidumbre en el Granada CF

Es el momento de dejarse de tuits corporativos. Hay que salir a la palestra para reconocer la realidad y explicar lo que se va a hacer

Mucho ha llovido desde que a mediados de la pasada temporada este periódico adelantó que un grupo chino estaba interesado en la compra del Granada CF. Como Gino Pozzo -auténtico valedor en la supervivencia del club, primero, y de su puesta en la élite, después- quería vender, sólo hubo que esperar a que las negociaciones culminaran después de que en el plano deportivo el conjunto rojiblanco lograra una milagrosa permanencia. Y es que no vale lo mismo un equipo de Primera que de Segunda, categoría ésta a la que parece abocado el club esta campaña. El descenso y la devaluación irán de la mano.

Cuando se confirme la pérdida de la condición de equipo de Primera División, será el momento de comprobar la solidez del proyecto de Liang Lizhang, que será el primer interesado en volver a poner en valor una entidad de la que es amo y señor porque su dinero le ha costado. Lejos queda su presentación en sociedad el pasado verano, cuando se las prometía felices, tanto que, con la Alhambra como telón de fondo, no tuvo reparo en pregonar que su objetivo era estar en una competición continental a medio plazo, un periodo que tendrá que ampliarse porque el club está a punto de consumar una especie de GRexit, pues el descenso aleja al Granada de una Europa que, eso sí, siempre tendrá las puertas abiertas para los rojiblancos.

La temporada deportiva acabará mal porque empezó mal. Tras el desembarco de una nueva directiva no se dio una a derechas en esta faceta. Se puso el equipo en manos de un entrenador que demolió lo poco que había y no construyó nada al conformar un equipo con poca experiencia y muchos cedidos. Paco Jémez se dio cuenta muy pronto de que se iba a estrellar y se bajó del carro. Llegó Lucas Alcaraz, un técnico que tiene el escudo del Granada bordado en el corazón. Su objetivo era llegar con vida al mercado de invierno, objetivo que se cumplió, pero en enero no se reforzó el equipo como debiera. También se cambió al director técnico y hasta al fisioterapeuta y el jefe de prensa. Esto antes de echar a un Lucas al que se había renovado pocos meses antes. Bandazos y más bandazos para un equipo que ya tiene pie y medio en Segunda División.

¿Y ahora qué? Es el momento de dejarse de tuits corporativos. Hay que salir a la palestra para reconocer la realidad y explicar lo que se va a hacer. Caer a Segunda no es una desgracia si hay un proyecto. Se ha demostrado que Jiang Lizhang y su equipo se olvidaron de los cimientos a la hora de construir su buque insignia. Quizá sea bueno un año de humildad para rescatar un sueño de verano que se ha convertido en una pesadilla.

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