Ley Celaá, una victoria pírrica del Gobierno

La ley se ha aprobado por la mínima, con prisas y sin dar una oportunidad al debate social y sectorial. El Gobierno ha mostrado una baja calidad democrática en este tema

El Gobierno consiguió ayer una victoria pírrica con la aprobación de una nueva ley de educación (conocida como ley Celaá por la ministra del ramo) que está llamada a desaparecer en cuanto cambie de signo político el banco azul. Aunque es cierto que el Ejecutivo ha logrado, una vez más, sacar adelante una iniciativa de calado, lo cierto es que también se ha dejado algunos jirones de credibilidad en el camino al tener que pactar con formaciones que directamente apuestan por la desaparición del Estado español, cuando no tienen un infame pasado filoterrorista. Además, la aprobación de la ley Celaá, hecha con inauditas prisas y sin apenas debate social y sectorial, ha dejado aún más dividida a la sociedad española. Ejemplo de ello son tanto las movilizaciones de la educación concertada (uno de los sectores más perjudicados por la nueva ley) como el tono bronco del debate que se celebró ayer en el Congreso de los Diputados antes de la votación. Finalmente, se aprobó la Lomloe (nombre oficial) con 177 votos a favor (sólo un voto más de lo que necesitaba para la mayoría absoluta), 148 en contra y 17 abstenciones. Por su parte, el PP, Ciudadanos y Vox ya han anunciado que la derogarán en cuanto puedan al considerar que se ataca a la libertad. Como hemos comentado en otras ocasiones, la ley Celaá es una nueva oportunidad perdida para alcanzar un consenso sobre la educación en nuestro país, una de las grandes asignaturas pendientes de nuestra breve historia democrática. Su aprobación apresurada sólo puede responder a la dudosa estrategia del Gobierno de apostar por leyes de fuerte contenido ideológico, justo lo contrario de lo que necesita España en unos momentos en los que la unidad debería ser el principal objetivo del Ejecutivo. La ley Celaá se aprueba en unos momentos en los que la movilización social y el debate sectorial son casi imposibles debido a las medidas contra el coronavirus. El Gobierno se ha aprovechado de estas circunstancias y ha mostrado una actitud de baja calidad democrática. Su victoria ha sido puro humo. El tiempo lo demostrará.

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