Pedro Sánchez hace un PSOE a su medida

A la política se debe llegar a asumir riesgos y a tomar medidas impopulares cuando proceda, no a escudarse detrás de las bases

Pedro Sánchez parece dispuesto a convertir al PSOE en un traje a medida. Uno de los primeros pasos en esa dirección lo dará hoy el Comité Federal, que aprobará un nuevo Reglamento de Desarrollo de los Estatutos del PSOE que, entre otras consecuencias, dará más poder a las bases del partido en detrimento a las estructuras intermedias del mismo, tanto regionales como locales. Con este movimiento, aparentemente democratizador, Sánchez consuma una venganza contra los barones del PSOE y contra aquellos miembros del aparato socialista que conspiraron para destituirlo como secretario general para poder facilitar la investidura como presidente del Gobierno a Mariano Rajoy, una maniobra a la que se le podrán poner todas las pegas que se quiera, pero que facilitó la gobernabilidad de España en unos momentos de extrema tensión y gravedad para los que Sánchez no tenía ninguna solución razonable. Lo que aprobará hoy el Comité Federal hay que verlo, pues, más como una nueva batalla de la encarnizada guerra que se libra en el Partido Socialista que como una medida pensada para aumentar la participación interna y la conexión con la sociedad española. En unos momentos en los que el PSOE anda claramente desnortado, incapaz de articular propuestas solventes y mantenidas en el tiempo para solucionar cuestiones como la crisis catalana o la sostenibilidad de las pensiones, resulta cuanto menos extraño que se dediquen tantas fuerzas a las vendettas internas.

A partir de ahora, el líder socialista tendrá una conexión mucho más estrecha con las bases. De hecho, serán éstas las que aprobarán los posibles pactos poselectorales. Entre otros asuntos, se elimina la barrera de los avales en las primarias y se obliga a los presidentes autonómicos y a los alcaldes socialistas a concurrir a éstas si así lo acuerda el comité respectivo o un 30% de las bases a nivel federal, un 40% a nivel autonómico y un 50% a nivel local. Con esta medida se aumenta aparentemente la democracia interna, pero también, al restarle poder a las estructuras intermedias, se evitan incómodos debates para el secretario general y la fiscalización de sus políticas por cuadros cualitativamente mejor informados que las bases. Asimismo, se avanza en un proceso preocupante en la política occidental en general, la progresiva exoneración de la responsabilidad política de los líderes, amparándose en la decisión de las bases. A la política se debe llegar a asumir riesgos y tomar decisiones impopulares cuando proceda, no a escudarse tras los militantes.

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