Previsiones alarmantes para Andalucía

En apenas veinte años Andalucía podría sufrir ya las consecuencias del cambio climático, según la Agencia Europea de Medio Ambiente

Aestas alturas ya no son necesarios nuevos informes científicos para convencer a la mayoría de los ciudadanos de que el cambio climático es una evidencia y de que sus consecuencias, si no conseguimos revertir la situación en breve, serán graves. Sin embargo, pese a la concienciación general, todavía vemos este problema como algo lejano en el tiempo y el espacio. Nada más lejos de la realidad: el cambio climático ya ha llegado y transformará muy negativamente nuestro entorno más cercano. Así lo indica un reciente estudio de la Agencia de Medio Ambiente Europea, que desglosa el fenómeno por áreas geográficas y que señala que el sur de Europa, y especialmente Andalucía, tendrá que hacer frente a dos fenómenos especialmente graves: el déficit hídrico extremo y una elevada tasa de mortalidad. Paralelamente, y paradójicamente si tenemos en cuenta las previsiones de sequía, nuestra comunidad autónoma sufrirá muy directamente los efectos de la subida del nivel del mar por la descongelación de los casquetes polares, sobre todo en las zonas costeras de baja cota y en el estuario del Guadalquivir.

En el informe de la Agencia de Medio Ambiente Europea se da un dato muy preocupante (por la inminencia): si en veinte años no suavizamos el proceso y se alcanza el peor de los escenarios propuestos (un aumento de 3,7 grados en la temperatura) se producirá un descenso importante de las cuencas del Guadalquivir y el Segura (entre 15% y 20% de su caudal). Las consecuencias serían extremadamente duras.

Es cierto que muchas de estas previsiones y descripciones pueden tener un regusto apocalíptico que nos haga desconfiar. A lo largo de la historia de la humanidad han sido muchos los relatos que avisaban de la inminencia de cataclismos que, incluso, podrían llegar a poner en peligro la propia existencia de la especie humana. Sin embargo, ahora no estamos hablando de profecías milenaristas ni de análisis políticos más o menos interesados y exagerados, sino de escenarios muy posibles elaborados por solventes equipos de científicos. Del informe de la Agencia de Medio Ambiente Europea debemos sacar dos conclusiones: hay que hacer lo posible para reducir el incremento de las temperaturas y hay que prepararse para las consecuencias que, en mayor o menor grado (eso puede estar en nuestras manos) afectarán no ya al planeta como un ente abstracto, sino a la tierra que pisamos todos los días.

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