El estado de alarma no puede ser un cheque en blanco

El Gobierno se precipitó ayer al descartar a la ligera la propuesta de Casado de limitar la prórroga del estado de alarma a ocho semanas. Debería tener más capacidad de diálogo

Pese a que, como ya hemos apuntado otros días, el estado de alarma llega evidentemente tarde, cuando la pandemia se ha vuelto a descontrolar en nuestro país, no podemos más que apoyar la medida. Sin embargo, el presidente Sánchez debería oír las voces que desde distintos partidos y sectores de la sociedad -no sólo del PP- le están indicando que habría que debatir un poco más sobre la duración del mismo y, principalmente, sobre los controles parlamentarios que va a tener. Decretar de una sola tacada una prórroga de seis meses (hasta mayo) no sólo levanta algunas dudas sobre su constitucionalidad, sino que puede ser un exceso. En este sentido, propuestas como la del presidente del Partido Popular, Pablo Casado, de limitar en principio el estado de alarma a ocho semanas no deberían ser descartadas por el Gobierno de la nación con la ligereza que lo hizo ayer. El estado de alarma restringe derechos fundamentales de los ciudadanos y, como tal, debe ser administrado con suma cautela. Aparte están las cuestiones económicas, que si bien no deben ser las de más peso a la hora de tomar una decisión, tampoco deben ser olvidadas. Sin embargo, la ministra de Política Territorial, Carolina Darias, pecó ayer de precipitación al descalificar inmediatamente la propuesta de Casado y pedirle un apoyo incondicional impropio de la oposición de una democracia. A Casado se le puede exigir lealtad y buena fe en estos difíciles momentos, pero no sumisión a los dictados del Ejecutivo. No es ningún exceso solicitar al Gobierno que module la aplicación del estado de alarma según lo que vayan reflejando los datos científicos. Y, sobre todo, no es ningún exceso pedir una estricta vigilancia parlamentaria de una figura que, si bien es absolutamente constitucional, da un poder excepcional al Ejecutivo. Ante todo, el Gobierno debería mostrar una mayor capacidad de diálogo con el que es el principal partido de la oposición, al menos la misma que muestra con otras formaciones minoritarias de corte radical o independentista. La misma moderación que se exige al PP se la debería exigir el PSOE a sí mismo.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios