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Los últimos indicadores económicos conocidos sitúan a Andalucía, en línea con la dinámica española, ante un crecimiento de su Producto Interior Bruto sólido y sostenido durante los últimos cuatro trimestres, con un reflejo claro en el mercado de trabajo que está en cifras de ocupación que están fijando marcas. Un balance muy positivo y superior a los crecimientos que se están dando en la Eurozona. La actividad económica andaluza mantiene su pujanza gracias a la demanda interna, que está mostrando una notable resiliencia en parte por el contexto de moderación de la inflación y a pesar de cierta incertidumbre económica global. Entre sus componentes destaca la fortaleza en el consumo privado, aunque con comportamientos más heterogéneos en la inversión. También el consumo de los servicios turísticos que ofrece Andalucía está contribuyendo claramente al avance económico, pero se aprecian signos de cierta estabilización en el número de viajeros, aunque con mayor gasto, especialmente en las pernoctaciones hoteleras. Todo este contexto ha llevado al Observartorio Económico de Andalucía a estimar que el PIB aumentará en el conjunto del año 2024 y en términos interanuales un 3%, un dato que indica un crecimiento robusto, que además tendrá continuidad en 2025 porque se espera una mejora del sector agrario gracias a que las lluvias abundantes de este otoño contribuirán a que supere la contracción que ha tenido por efecto de la sequía. Aun así, la economía andaluza no está exenta de riesgos, muchos de ellos de origen exógeno, como la escalada en la guerra de Ucrania o la amenaza de la imposiciones arancelarias por parte de Estados Unidos cuando acceda al poder Donald Trump, que se unen a la debilidad de las economías europeas, principales mercados exteriores para muchas empresas andaluzas.
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