Un debate 'táctico' con el pacto de fondo

Sánchez e Iglesias mostraron sus diferencias, incluso con momentos de crudeza, mientras intentan pactar un Gobierno

La primera sesión del debate de investidura fue una clara demostración de que, aunque las negociaciones entre PSOE y Podemos para formar un Gobierno de progreso aún no han culminado, sí siguen en marcha. Tanto el candidato, el socialista Pedro Sánchez, como Pablo Iglesias, líder de Podemos, escenificaron su desacuerdo en varias cuestiones, incluso con momentos de crudeza, en un debate táctico en el que los dos partidos estaban más pendientes de las conversaciones a puerta cerrada para intentar formar Gobierno que en lo que estaba sucediendo en el hemiciclo.

Durante su discurso, el actual presidente en funciones del Gobierno y candidato a la renovación desgranó una amplia batería de medidas de carácter izquierdista con la que pretende seducir a Podemos. Así, Pedro Sánchez habló de una "segunda gran transformación de España" con iniciativas como un aumento de los fondos para educación de un 5% -cuya universalización sería de los 0 a 18 años-, una ley de eutanasia, la supresión de la llamada ley mordaza, un nuevo Estatuto de los Trabajadores, una ley de familias y un impulso de la llamada Memoria Histórica o la modificación de la ley para que las agresiones sexuales sean siempre consideradas como violación. Iglesias, por su parte, centró sus esfuerzos en pedir respeto para su partido en las negociaciones en marcha. "No nos dejaremos pisar por nadie", dijo en su momento de mayor patetismo.

Sin embargo, Sánchez no mencionó durante su discurso (aunque sí después en las respuestas a los diferentes portavoces parlamentarios) el problema catalán, uno de los grandes temas que seguirán marcando la acción de Gobierno durante los próximos años. Un silencio que hay que achacar a la necesidad de Sánchez de contar con el apoyo de los independentistas para lograr su investidura, lo que inevitablemente irá aparejado de algún tipo de concesión. Eso sí, el presidente en funciones hizo una vaga defensa de una España "unida y diversa".

En la oposición, destacó la intensidad del discurso del presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, que sigue apostando todo su caudal político a arrebatarle al PP de Pablo Casado el liderazgo del centroderecha. Su discurso fue contundente y quedó meridianamente claro que no levantará su veto al PSOE. Más allá de esta legítima postura, hay que pedir a Rivera que deje de usar continuamente a Andalucía como ejemplo de la corrupción. Sus reiteradas alusiones a los casos de los ERE o de los cursos de formación, sobre los que todavía no hay sentencia, son del todo inaceptables y demuestran una preocupante pobreza de recursos dialécticos.

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