El momento de facilitar la estabilidad

El mandato del 28-A fue que gobernase Pedro Sánchez. Ahora se trata de que lo haga sin pagar peajes a los nacionalistas

Aunque no venció por mayoría absoluta, nadie duda de que el mandato de las urnas el pasado 28 de abril fue que el candidato socialista, Pedro Sánchez, presida el Gobierno de España durante la próxima legislatura. Sin embargo, el ahora presidente en funciones necesita de pactos tanto para conseguir su investidura como, posteriormente, para ir avanzando en la acción de gobierno (presupuestos, leyes, etcétera...). De lo que no cabe ninguna duda es de que España requiere cuanto antes de un Ejecutivo lo más moderado y pragmático posible, que pueda encarar el escenario posterior a la sentencia del juicio por el referéndum ilegal del 1-O en Cataluña y otras cuestiones aún más importantes, como son la necesaria reforma de las pensiones, la financiación autonómica, la consolidación de la recuperación económica y un largo etcétera. La mejor manera de llegar a este fin es que los llamados partidos constitucionalistas faciliten en lo posible la investidura de Pedro Sánchez para evitar que éste se vea obligado a pactar con fuerzas populistas o nacionalistas que le exijan contraprestaciones que podrían ser muy perjudiciales para el país. No se trata de que los populares o Ciudadanos abdiquen de sus posiciones ideológicas o de sus programas electorales; tampoco de que descuiden su necesaria labor como partidos de la oposición. Simplemente se les pide que faciliten la estabilidad de un país que ellos no pueden ahora gobernar.

La petición realizada ayer en este sentido por la ministra portavoz, Isabel Celaá (y apoyada por el secretario de Organización socialista, José Luis Ábalos), es, por tanto lógica y necesaria. Celaá solicitó a ambas formaciones del centro derecha que se abstengan para evitar en lo posible la influencia de los nacionalistas en el futuro Ejecutivo, y apeló al ejemplo dado por el mismo PSOE, que permitió en 2016 que Mariano Rajoy llegase a La Moncloa. Lo que no dice Celaá es que, precisamente, fue Sánchez el que lideró la resistencia de un sector del Partido Socialista a esta maniobra. Sánchez, a través de terceros, pide ahora la responsabilidad y el patriotismo que él no tuvo en su momento.

Parece claro que España ha abierto un nuevo ciclo político escorado a la izquierda y que la derecha vive unos momentos de crisis en el que tiene que aclarar su liderazgo. La lógica indica que ahora toca facilitar la presidencia a Pedro Sánchez y evitar en lo posible que se paguen peajes a los nacionalistas y radicales.

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