El momento de reinventar la Granada cultural

Es el momento de decidir cómo queremos definir la Granada cultural, incluida la red de museos, pero con estrategia y perspicacia

Desde que Málaga decidió dar un giro a su oferta turística de sol y playa con una apuesta sin precedentes por la apertura de museos de proyección internacional, las tres capitales que tradicionalmente han integrado el triángulo cultural andaluz no han dejado de mirar de reojo. Sevilla, por ejemplo, ha aprovechado la llegada de José Guirao al Ministerio para intentar reactivar la vieja reivindicación de ampliar el Bellas Artes y Granada ha tenido en la llegada del legado de Lorca una oportunidad histórica para resituar la ciudad como referente mundial no sólo en el ámbito literario sino también con una programación de vanguardia que respondiera, con rigor y valentía, a la propia idiosincracia del patrimonio lorquiano. A la espera de que la elección del director -que se resolverá en breve- responda a las expectativas de una institución de este nivel, el edificio de La Romanilla ya ha enderazo el rumbo y empieza a ocupar el lugar debe en la agenda cultural de la ciudad.

La Granada cultural, sin embargo, no puede vivir de la marca Lorca como la turística no puede vivir de la Alhambra. Desde este punto de partida, el proyecto para lograr la Capitalidad Europea en 2031 se presenta como un aliciente irrenunciable para unificar esfuerzos entre las distintas administraciones -equilibrando las propuetas a lo largo del año y evitando en lo posible la contraprogramación- y para reforzar la oferta tanto en lo referente a equipamientos, instalaciones e infraestructuras como al contenido.

En este contexto han de situarse las propuestas que empiezan a emanar de la comisión de cultura del Ayuntamiento. Tras la reunión de trabajo de este martes, se dio a conocer un primer diagnóstico sobre la red de museos existentes -38 recintos en total, 22 públicos y 16 privados- y la iniciativa de poner en marcha uno dedicado a la Semana Santa recogiendo una antigua petición del mundo cofrade y otro que rinda homenaje a los títeres conectando con el legado de Hermenegildo Lanz, Manuel de Falla y Federico García Lorca. Pueden ser buenos proyectos pero dependerá, y mucho, de cómo se enfoquen. No hay que renunciar a la tradición pero tampoco perder la perspectiva sobre el quebradizo futuro -y presente-de los museos como recurso turístico y cultural, con quiénes competimos, en qué situación están los actuales y cuál sería su público. Menos aún cuando Granada, por ejemplo, todavía no ha sido capaz de dar forma al gran Museo de la Ciudad que se desempolva a golpe de cita electoral ni sacar partido al ingente patrimonio que custodia el Bellas Artes o la propia Universidad. Es el momento de decidir cómo queremos reinventar la Granada cultural pero con estrategia y perspicacia.

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