Hacia una universidad casi gratis

Una universidad asequible a todos los ciudadanos, y más en estos tiempos, es la piedra angular de la movilidad social

La Junta de Andalucía dará a partir del próximo curso una vuelta más de tuerca en el abaratamiento de la educación que se imparte en las universidades públicas, que ya de por sí son unas de las más económicas del conjunto de España. Dentro del nuevo ritmo que la presidenta Susana Díaz quiere imprimir a la política andaluza tras su frustrada aventura madrileña, ayer trascendió que la intención de la Administración autonómica es pagar el 99% del coste de la carrera a los alumnos que vayan aprobando todas las asignaturas de la misma. Aunque aún no se han dado todos los detalles técnicos, la idea es utilizar un sistema parecido al de las matrículas de honor, pero exigiendo sólo el aprobado. Es decir, grosso modo, una asignatura superada supondría la gratuidad de otra al año siguiente. La medida, que afectará por igual a todos los estudiantes andaluces, independientemente de la renta familiar, puede considerarse como un paso decisivo hacia la práctica gratuidad de la enseñanza superior en nuestra Comunidad. Una universidad asequible a todos los ciudadanos, y más en estos momentos en los que la crisis económica ha dejado maltrechas a las economías familiares más débiles, es una piedra angular en la igualdad de oportunidades que debe imperar en toda sociedad abierta y del bienestar. En ningún momento debe confundirse esta medida con el fomento de la excelencia, práctica también fundamental si queremos tener en nuestra autonomía un sistema universitario justo y de éxito, y a la que se deben dedicar otros recursos y esfuerzos. De lo que se trata ahora es, simplemente, de garantizar el derecho a estudiar a cualquier persona que tenga la capacidad media para ello, independientemente de su posición socioeconómica, evitando así tragedias como la de aquellos alumnos que, con todo el curso superado, no pueden continuar con sus carreras por no poder pagarse la matrícula ni acceder a becas que piden medias superiores al 5. Es especialmente destacable que la medida afectará no sólo a los grados, sino también a los másteres, tanto a los habilitantes (aquellos que se exigen para ejercer una determinada profesión) como los que no lo son, lo que evitará una fuerte presión económica sobre las familias.

La medida tiene algunas sombras. A nadie se le escapa que hay carreras con mayor dificultad que otras -como las ingenierías o técnicas en general- en las que el nivel de aprobados, sobre todo en los primeros cursos, es mucho menor. Una medida como ésta podría provocar la huida de los estudiantes con menos recursos de este tipo de estudios, que normalmente garantizan una amplia movilidad social. Esto hay que tenerlo en cuenta y, en lo posible, corregirlo.

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