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Era el mes de diciembre de 1927 y llovía en Sevilla. A la antigua estación de Córdoba llegaba en el expreso de las nueve de la noche un grupo de jóvenes poetas, “la brillante pléyade”, para conmemorar el tercer centenario de la muerte de Luis de Góngora. Poco después una fotografía los congelaría en un instante para la posteridad, “juntos ya para siempre”.
Con el tiempo se convertirían en historia de la Literatura, pero entonces casi nadie los conocía. Y fue en Sevilla donde protagonizaron uno de esos momentos estelares de la humanidad. En la ciudad, convertida en capital poética de España como había anticipado Juan Ramón Jiménez, forjaron la historia de una amistad. Y una luminosa página literaria con un título que hizo fortuna: el momento en el que nació la Generación del 27.
De este episodio pronto se celebrará el centenario. Cien años de aquella mítica fotografía tomada en una tarde de lluvia en Sevilla, antes de que llegara el viento sucio de la guerra, cuando eran jóvenes y felices y España se abría a la modernidad europea. La Universidad de Sevilla presenta este lunes un acto que pretende ser el primer encuentro entre distintas administraciones para caminar juntos hacia esa efeméride.
Es cierto que en muchas ocasiones la cultura tiene que utilizar la coartada de las conmemoraciones para que se le ponga el foco y se iluminen momentos importantes. Ojalá todo fuera más natural y no tuviéramos que echar mano de fechas redondas para atender a la importancia de nuestro patrimonio cultural, pero por el momento es lo que tenemos.
El centenario de la Generación del 27 está a la vuelta de la esquina y Andalucía no debe desaprovechar esta ocasión para señalar la relevancia que tuvo en la gestación e impulso de este episodio memorable. Habría que recordar que la mayor parte de los artistas eran andaluces desde Federico García Lorca a Vicente Aleixandre, pasando por Luis Cernuda, Emilio Prados, Rafael Alberti, José Moreno Villa, María Zambrano o Manuel Altolaguirre, entre otros. En Andalucía se editaron algunas de las más importantes revistas literarias de la Edad de Plata como Litoral, Mediodía, Papel de Aleluyas o gallo. Fue en Litoral donde apareció el mítico homenaje a Góngora que reunía los poemas, partituras y dibujos dedicados al poeta barroco. Y en la malagueña imprenta Sur, donde precisamente veía la luz la revista Litoral, se publicaron los primeros poemarios de aquellos desconocidos poetas. Es decir, en Málaga se plantaron los pilares de la catedral poética del 27 desde las páginas impresas por las modernas Minervas, aquellas máquinas de edición hermosamente aliadas con la poesía.
En Granada, además de la presencia prodigiosa de Lorca, Manuel de Falla componía los paisajes sonoros de la generación. En Huelva, Fernando Villalón daba vida a las aleluyas poéticas, mientras Daniel Vázquez Díaz pintaba con salitre de litorales atlánticos los lienzos de aquel tiempo. En Jaén, Manuel Andújar creaba el aire fundacional de la prosa del 27 y el gran pintor Manuel Ángeles Ortiz respiraba con nostalgia los olivares de su infancia. En Córdoba latía el gongorismo que inspiró la época y Rafael Botí llenaba sus cuadros del silencio profundo de su tierra. Almería inspiraba de luz marina las tragedias lorquianas y Cádiz llenaba de vientos ultramarinos los barcos de la poesía.
Todo sucedió en un mes de diciembre de 1927 mientras en Sevilla llovía sin parar. Aquellos jóvenes hablaban en verso, se disfrazaban de moros y se bebían la madrugada entre flamencuras y sesiones de hipnosis. En las prensas de Málaga el mar llegaba a las páginas de la poesía, en esa imprenta con forma de barco “llena de cartas marítimas, cajas de galletas y vino para los naufragios”, como la describió Manuel Altolaguirre. Y esa revista Litoral, que aún hoy resiste frente a los temporales del tiempo, fue el escaparate de la generación mostrando que aquel momento mágico de nuestra cultura fue un tiempo de felicidad y de amistad. Tanto que Altolaguirre y Prados tuvieron que disculparse porque el número de la revista Litoral se había retrasado en su publicación “por exceso de buen tiempo”. Y es que la primavera había estallado en los paisajes marítimos de la bella Málaga y era imposible encerrarse entre cuatro paredes. Había que brindar por la vida y la poesía.
Andalucía fue el paisaje de fondo de la Generación del 27. Por eso, la inminente conmemoración que debe comenzar a calentar motores ya, debe tener un acento andaluz. En la geografía de aquella generación asoma una brújula que apunta al Sur, al Mediodía, a la Andalucía en la que nació el 27.
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