Tribuna

Olvido de la Rosa

diputada provincial de Bienestar Social

Ayuda a domicilio en Granada: mucho más que cuidadoras

Unas 2.300 trabajadoras prestan el servicio en los municipios de menos de 20.000 habitantes Su trabajo es un respiro para las personas dependientes y sus familias

Imagen de una trabajadora de la Ayuda a Domicilio

Imagen de una trabajadora de la Ayuda a Domicilio / EFE/Marcial Guillén

Detrás de las cifras siempre hay personas, como Ángeles, que cumplió 84 años el pasado 5 de marzo. Vive en un pequeño pueblo de la provincia y cuenta, desde hace dos años, con el servicio de ayuda a domicilio. Su situación personal, con grandes dificultades de movilidad para realizar las tareas diarias de aseo personal, para cocinar o para la higiene del hogar, la convierten en una gran dependiente.

Ángeles podía haber optado por irse a una residencia cuando pidió la ayuda asistencial prevista en la Ley de Dependencia, pero prefirió seguir en su vivienda habitual y permanecer cerca de su familia y de su vecindario.

A casa de Ángeles acude todos los días Mercedes, la auxiliar de ayuda a domicilio, que cada mañana le da los buenos días, la levanta, la asea, le da el desayuno, le prepara la medicación, hace la limpieza y la comida… Y charla con ella, la escucha, dan un paseo por el pueblo, le hace la compra… Y se despide con un besico, hasta el día siguiente, porque a las 11 tiene que atender a otra usuaria, que tendrá otras necesidades que cubrir.

Este es el día a día de algunas de las más de 7.000 personas dependientes, como Ángeles, a los que atendemos desde la Diputación de Granada, conjuntamente con los diferentes ayuntamientos de menos de 20.000 habitantes de la provincia que prestan el servicio, ya sea directamente o a través de empresas de gestión.

Pese a tratarse de un trabajo esencial, nadie dio instrucciones claras sobre cómo proceder

Unas 2.300 trabajadoras prestan el servicio de ayuda a domicilio en los municipios de menos de 20.000 habitantes de la provincia. Su trabajo, desconocido para muchos hasta hace escasas semanas, es un auténtico respiro para las personas dependientes y para sus familias. Lo ha sido siempre, pero mucho más ahora, en la situación excepcional que vivimos.

Pese a tratarse de un trabajo esencial, nadie dio instrucciones claras sobre cómo debíamos proceder con el Servicio de Ayuda a Domicilio tras la declaración del estado de alarma. El pasado 16 de marzo, la Consejería de Igualdad, Políticas Sociales y Conciliación remitió un escrito a las entidades locales, después de insistentes peticiones por parte de todas ellas, en el que aconsejaba que las diputaciones establecieran los servicios mínimos garantizados y manifestaba que apoyaría el suministro de los equipos de protección individual para poder cumplir con los documentos y recomendaciones técnicas establecidas por la propia Consejería.

Desde la Diputación de Granada mostramos nuestra disconformidad al entender que el establecimiento de estos servicios mínimos corresponde a la Consejería, ya que es una de sus competencias propias que está recogida en la Ley de Dependencia. Pese a ello, el mismo día 16 de marzo trasladamos a todos los ayuntamientos unas recomendaciones mínimas para la reorganización del servicio ante la situación excepcional existente, agravada por la falta de suministro de material de protección. Nuestra prioridad absoluta y urgente era proteger la salud de las personas dependientes y del personal que presta el servicio.

La labor del personal de la ayuda a domicilio en la provincia ha sido siempre y es ejemplar

Por esa razón, desde los Servicios Sociales Comunitarios se habló con todos los usuarios y con sus familiares, con el propósito de conocer sus necesidades reales y reorganizar las tareas. Tratábamos, por tanto, de aplicar el sentido común y atender a quienes ahora necesitan el servicio más que nunca y, a su vez, de readaptarlo para incorporar nuevas demandas de atención urgente derivadas, en muchos casos, del cierre de los centros de día y de ofrecer atención telefónica, asumiendo los encargos de las compras y medicamentos, pero evitando, en la medida de lo posible, el contacto directo con las personas mayores para preservar ante todo su salud.

La labor de las trabajadoras de la ayuda a domicilio ha sido siempre y es ejemplar. En estos momentos de excepcionalidad han demostrado, una vez más, su buen hacer, y pese a los pocos medios con que cuentan, han estado y están al frente del servicio. Porque son mucho más que cuidadoras. Son un auténtico salvavidas para las personas usuarias de la ayuda a domicilio.Vaya para ellas mi más sincero agradecimiento.

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