Tribuna

Javier González-Cotta

Editor de Revista Mercurio

Bosnia encarga el frac de la UE

Los bosnios han encargado su frac para formar parte de la UE. Retranca y vitalismo. Atonía y frustración. Olvidar sin olvidar. Cuesta vestirse así de etiqueta

Bosnia encarga el frac de la UE Bosnia encarga el frac de la UE

Bosnia encarga el frac de la UE / rosell

Hay quien vaticina que una derrota de Rusia en la guerra podría llevar a la Federación Rusa a un cruento nadir. Se habla de "yugoslavización". Dícese del proceso por el cual un país se cuartea, se autodestruye fanáticamente y deja de existir bajo una charca de sangre.

Hace justo treinta años estallaba la peor de las guerras de los Balcanes en Bosnia-Herzegovina (1992-1995). La invasión rusa de Ucrania ha soslayado la gravosa herencia que aún arrastra aquel conflicto. Y, sin embargo, la caída del telón en Ucrania podría llevar a un símil fatídico con el fin de la vieja Yugoslavia.

Entender el estatus jurídico-político de Bosnia-Herzegovina (BiH) resulta más arduo que memorizar la lista de los desconocidos reyes bosnios del Medievo o que implorar sin error los 99 nombres que el Islam le otorga al Todopoderoso. Quien viaja por los fastuosos y atormentados paisajes de BiH se mete de lleno en un laberinto de cantones, entidades bifurcadas y banderas oficiales (y oficiosas).

BiH es un país reinventado por los acuerdos de Dayton (noviembre de 1995) que pusieron fin a la sangría. Trajo el fin de la guerra, pero supuso el triunfo eufemístico de la limpieza étnica. Hoy el país se asemeja al vizconde demediado de Italo Calvino: se divide entre la Federación Bosnia (croatas católicos y bosniacos musulmanes) y la República Srpska (serbobosnios ortodoxos). El cantón autónomo y multiétnico de Bckro pone su nota de color añadida. La presidencia es tripartita y rota bajo las tres etnias nacionales (serbia, croata y bosniaca).

En octubre se han producido dos hechos clave para BiH. En las elecciones presidenciales se han impuesto los partidos multiétnicos y coaligados (caso de los bosniacos con Denis Becirovic y de los croatas con Zeljko Komsic). Sólo los serbobosnios han respaldado a sus partidos nacionalistas (ganó el SNSD de Milorad Dodic, de oficio separatista y negador del genocidio de Srebrenica, aunque se ve amenazado por otro partido opositor).

BiH, tapada por el estruendo de Ucrania, ha vivido su peor crisis política desde la guerra. Los viejos espantajos afloran a menudo como lúgubre trasfondo. Los resultados electorales han aliviado a Bruselas (otra cosa es la lectura real de las bolsas de votos: los partidos nacionalistas siguen fuertes). El esquema institucional ideado en Dayton ha provocado una parálisis permanente por los derechos de veto. Ha perpetuado la extorsión moral de las matanzas étnicas y ha traído una corrupción que ha hecho del enchufismo (la stela la llaman aquí) una práctica de naturaleza antropológica (para Transparencia Internacional BiH es el segundo país más corrupto de Europa).

El país, cuarteado para todo (fosas comunes, monolitos de la guerra, municipios seccionados, educación segregada bajo el lema Dos escuelas bajo un mismo techo, señales en cirílico o latinizadas, iglesias y mezquitas, puentes separadores como el de Mostar), sigue siendo hoy una especie de protectorado. El hoy Alto Representante para BiH -el alemán Christian Schmidt- tiene potestad de virrey. Un destacamento militar de la EUFOR vela por los melifluos equilibrios. El propio Schmidt ha provocado un cataclismo al anunciar que se reformará Dayton para impedir cortapisas entre los tres grupos étnicos.

Los croatas de BiH, azuzados por el histórico nacionalismo del HZD del beato Franjo Tudjman, repudian el statu quo y siguen soñando con integrarse formalmente en Croacia a través de Herzeg-Bosna (aquí se halla la Disneylandia católica de Medjugorje, nada que ver con la bonhomía de los franciscanos de Bosnia central). Mientras Turquía y el sunismo adinerado del Golfo Pérsico ayudan a la causa islámica, los bosniacos del SDA también azuzan el nacionalismo incendiario. La "cacofonía del genocidio", en expresión de Borja Lasheras, perdura entre la triste recordación y el provecho crematístico.

La otra gran noticia sobre BiH es que Bruselas le ha concedido el estatus de país candidato a la UE en atención a 14 puntos. En 2016 los bosnios pidieron su adhesión. Por entonces, la tercera parte de la población era analfabeta. Uno de cada tres parados tenía menos de 30 años. De 3,5 millones de habitantes, más de un millón y medio trabajaba para la administración. De 2013 es el último censo más o menos fiable -no aceptado por los serbios- que muestra el efecto devastador de la limpieza étnica. La despoblación y la emigración son deportes nacionales. Para 2050 se espera que la población mengüe un 20% más. Con estos mimbres, entre los viejos espantajos, los bosnios han encargado su frac para formar parte de la UE. Retranca y vitalismo. Atonía y frustración. Olvidar sin olvidar. Cuesta vestirse así de etiqueta.

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