Tribuna

tomás garcía rodríguez

Doctor en Biología

Desgarro y creación artística

A mayor tribulación y pasión, la mente creadora se rebela, se expande y saca todo su potencial oculto que en otras circunstancias no afloraría ni vería la luz de la eternidad

Desgarro y creación artística Desgarro y creación artística

Desgarro y creación artística

Desde sus orígenes, la manifestación artística se ha caracterizado por aparecer con más fuerza, originalidad y diversidad en épocas de dificultades, conflictos y en periodos convulsos tanto sociales como personales del propio artista. Si nos remontamos a la Roma Antigua, es reveladora la vida de Lucio A. Seneca, preceptor de Nerón y que participó con él en sus fases luminosas y en sus temibles desvaríos, incluido el asesinato de su propia madre. Al final de su vida, no mucho antes de su suicidio por decreto imperial, Seneca escribió las Cartas a Lucilio que manifiestan una serie de pensamientos nobles, de exquisita moralidad y de uso para generaciones futuras. Estas maravillosas reflexiones contrastan e incluso se contraponen a dichas actitudes reprobables de su trayectoria política: "¡La naturaleza no da la virtud: llegar a ser bueno es un arte...!", dice el cordobés.

Si consideramos la vida y obra de Miguel de Cervantes, observaremos sus atribuladas vivencias a lo largo de toda su existencia, desde sus pendencias juveniles que le aconsejaron abandonar su patria, pasando por Lepanto, su cautiverio en Argel, sus años como comisario real de Abastos en Andalucía que le acarreó graves problemas con la justicia, siendo preso en Castro del Río y en la Cárcel Real de Sevilla, su intento frustrado de embarcarse para el Nuevo Mundo, su posterior encarcelamiento en Argamasilla de Alba... Esta agitación le impulsó a desarrollar una labor imaginativa liberadora que le compensaba, distraía y curaba de las muchas miserias que padeció; "¡El año que es abundante de poesía, suele serlo de hambre...!", apuntilló. En Rinconete y Cortadillo, El coloquio de los perros y El rufián dichoso, tres de sus Novelas ejemplares, describe el ambiente de tahúres y ladronzuelos propios de los bajos fondos en la Sevilla del siglo XVI que conoció a la perfección. Muy probablemente, escribió el prólogo del Quijote e imaginó el resto de la obra en la inmunda y peligrosa Cárcel Real.

El eterno Antonio Machado es otro paradigma de la correlación entre estremecimientos vitales y desarrollo artístico, componiendo algunos de sus mejores versos después de la muerte de su joven esposa Leonor. Los poemas y cartas a Guiomar ya en edad madura, con ese desgarro y sufrimiento por la lejanía del ser querido, real o imaginario, generaron otra serie de páginas cumbres de la literatura universal. La revelación, posterior a su muerte, de Pilar Valderrama como su supuesto objeto amoroso es en realidad intrascendente en este proceso pasional con tintes platónicos, y no altera el entramado mental y la elevación espiritual que parte del enamorado ensoñador. "¡No prueba nada, contra el amor, que la amada no haya existido jamás...!", proclama el poeta. En sus últimos días de exilio también mantuvo una intensa producción literaria, mediatizada por la situación del entorno político y personal que le afectó intensamente, precipitando su muerte en tierras francesas.

En la biografía del pintor Vincent Van Gogh, sus etapas vitales más críticas y rayanas en la locura se corresponden con su mejor versión como artista, aunque no en los periodos de depresiones y alteraciones psicológicas pues, como indican los estudios psiquiátricos, durante estos estadios de crisis profundas la enfermedad es incluso incapacitante para el logro creativo. Su atormentada existencia, su alcoholismo y sus penurias económicas no impidieron, más bien al contrario, que la inquietud artística decayera hasta su trágico final. Se pueden nombrar muchos otros personajes ilustres que también conjugaron una vida de oscilaciones y dramatismos con una original y dilatada obra: Murillo, Valle-Inclán, Goya, Virginia Woolf, Beethoven, Mozart, Oscar Wilde...

El culmen de turbulencias y proceso creador lo tenemos en el arrobamiento y elevación mística de Teresa de Jesús o Juan de la Cruz, al intentar fundirse con el germen divino que lleva en sí misma cada alma humana: "¡Vivo sin vivir en mí y de tal manera espero, que muero porque no muero...!". A mayor tribulación, incertidumbre y pasión, la mente creadora se rebela, se expande y saca todo su potencial oculto que en otras circunstancias no afloraría ni vería la luz de la eternidad. En el fondo, toda esa sublimación, ese desgarro, ese desprendimiento, esa convulsión que generan las grandes obras artísticas solamente es el reflejo de dos fuerzas maravillosas que remueven los cimientos de nuestro pl aneta y a las que llamamosEsperanza y Amor...

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