Tribuna

Mariche Huertas

Directora del Festival de Jazz de Granada

En el Día Internacional del Jazz

El hecho de que el Festival se eleve por encima de cualquier ideología política y que no busque la rentabilidad, lo hace más libre pero también más difícil de gestionar

Bill Evans & Randy Brecker con Simon Philips en el Isabel la Católica

Bill Evans & Randy Brecker con Simon Philips en el Isabel la Católica / G. H.

Hoy es el Día Internacional del Jazz. Sirva esta efeméride para recordar que Granada suena en medio mundo también gracias a uno de los eventos culturales más atractivos: el Festival Internacional de Jazz. Varios y diferentes son los motivos que convierten este festival en un evento especial. El primero de ellos es que nuestro objetivo ha sido siempre buscar la excelencia en la programación, reinterpretando el legado de este bello género y sus leyendas. Resulta muy fácil enumerar todos los nombres ilustres que hemos traído a la ciudad. Pero a su vez, también hemos intentado que se mantuviera fresco, trabajando valientemente la escena jazzística con programaciones arriesgadas. Porque hemos buscado no solo alfabetizar jazzísticamente sino también que cada noche fuera distinta y sobre todo, mágica.

Hemos mostrado respeto por el jazz español incorporando en nuestra nómina artistas nacionales. Pero es un Festival de vocación internacional y los aficionados saben que van a sumergirse en toda una experiencia, y se han emocionado: algunos trayendo bajo sus brazos sus vinilos preferidos para que recibieran esa ansiada dedicatoria. Y lo han agradecido porque lo hemos acercado a sus ídolos, posibilitando que no tengan que desplazarse a Nueva York, Montreaux, Londres, Vienne o incluso a otras ciudades del norte de España y por un precio que estaba al alcance de todos.

Hemos mantenido una programación continuada y cuidado con mimo para que pudiera cumplir los 40 años y situarlo en la lista de los festivales de jazz más prestigiosos de Europa y Estados Unidos. Pero nada es fácil. El hecho de que el Festival se eleve por encima de cualquier ideología política y que no busque la rentabilidad lo hace más libre pero también más difícil de gestionar. A veces hemos sufrido momentos de frustración. Tenemos que pelear edición tras edición, especialmente con cada cambio político, y arbitrar los mecanismos necesarios para que pueda celebrarse con carteles que persigan la calidad artística. La cultura no debería tener color político.

Eso sí, nos alienta saber que maestros que forman parte de la aristocracia jazzística, nos conocen y están deseando venir, y que cuando aparecen en el escenario del teatro Isabel La Católica, dejan su música en la memoria del espectador, pero también, cuando se van, se llevan un trocito de Granada y siempre quieren retornar. Nombres como Terence Blanchard, Erik Truffaz, Chucho Valdés, Eliane Elias, Stacey Kent, Ron Carter, Stanley Clarke, Gonzalo Rubalcaba, Bill Evans, Chano Domínguez, Roy Hargrove, Jacky Terrasson, Andrea Motis, Charles Lloyd, Santiago Auseron o la desaparecida Celia Mur, entre otros muchos han repetido en diversas ediciones. Hemos compartido maravillosas experiencias y sobre todo lo que para nosotros es todo un honor: figuran en nuestra lista de amigos.

También merece especial atención nuestro público. Es tremendamente tranquilizador contar con la lealtad del aficionado, que sin saber la programación reserva vacaciones y agota abonos y que acude a veces más por el festival, que por el propio artista. Tal vez porque nuestro Festival se ha convertido cada Otoño en su refugio emocional y sabe que va a disfrutar de un reencuentro muy personal con este bello género. Y, para nosotros es gratificante comprobar el enamoramiento, de quien por primera vez asiste a esta cita y esa relación casi adictiva con el Festival, difícil de romper. Esa es otra de sus grandezas: nuestro público.

Y por último, hemos ido más allá del entretenimiento nos hemos empecinado en culturizar jazzísticamente a varias generaciones y en construir un festival de valores. Su humanidad reside no solo en la solidaridad que hemos expresado con conciertos y actividades dirigidas a quienes lo tienen más difícil en la vida, sino también en generar una atmosfera tan amable, dentro y fuera del escenario, que cada una de las personas que han colaborado y participado, aman este festival y lo han hecho suyo. Tal vez, ello se deba a nuestro empeño en que este sea un festival, pequeño pero grandioso, que consigue que Granada, en otoño, posea aún más magia.

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