Tribuna

césar romero

Escritor

Diario de un ciudadano saturado

Diario de un ciudadano saturado Diario de un ciudadano saturado

Diario de un ciudadano saturado

Saturado, cansado, aburrido. Así está uno ya del asunto catalanista (se comete el gran error de decir catalán en lugar de catalanista, con lo que pagan muchos catalanes justos, y ¿callados?, por pecadores. Y la manipulación empieza siempre por el lenguaje). Pero, desde las afueras, echará también su cuarto a espadas.

1.- Diálogo.La palabra mágica. Qué cansancio de oírla. Hay que dialogar, hay que sentarse a hablar. Pero, ¿sobre qué? ¿Sobre cómo los independentistas van a hacer lo que piensan de todos modos hacer? ¿Sobre el precio contante y sonante, como muchos temen, que la vuelta al redil constitucional va a costar? Dialogar es una palabra placebo. Invocarla no arregla nada, pero queda tan bien. Julián Marías no se cansó de repetir una frase que casi nadie recuerda: "No hay que tratar de contentar a los que no se van a contentar". Uno tiene la impresión de que quienes han llevado al Gobierno catalán hasta este punto no se van (ni se iban) a contentar con nada.

2.- Propaganda. La partida de la propagandaparece que la ha ganado el Gobierno catalán. Dentro y fuera de España. La intervención de algunos de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado se ha magnificado. Bastaba una sola carga policial para conseguir el efecto propagandístico buscado. En pleno siglo XXI, cuando una actuación informática colapsa cualquier acción masiva, como una votación, ¿hacía falta propiciar esas imágenes? Si desde por la mañana el plebiscito estaba invalidado, es más, si pasara lo que pasara el Gobierno catalán da por descontado el resultado favorable a su propuesta, ¿para qué regalarles esas cargas policiales? ¿Para que en los foros extranjeros digan: miren, por esto queremos irnos, porque no somos como estos españoles de tricornio y olé? ¿Para que quienes han sido educados en el mundo idílico, sin violencia, de Walt Disney se asusten y lo entreguen todo? La propaganda se neutraliza con propaganda.

3.- Política.Hace falta política, es la hora de la política. ¡Qué saturación! Pero, ¿es que no han hecho política, durante años, quienes han llevado a esta situación? Penosas las intervenciones de los líderes de los dos partidos políticos españoles mayoritarios al cierre de la jornada de la supuesta votación. Con discursos escritos, sin énfasis, derrotados, midiendo las palabras, uno para no perder el apoyo del otro, el otro para no aparecer como quien apuntala al uno, sin admitir preguntas. El líder de Podemos hizo lo esperado: su fin último es liquidar lo que llama "el régimen del 78", previa liquidación, por absorción de su electorado, del PSOE, y ha encontrado unos magníficos aliados en los nacionalistas. El de Ciudadanos compareció sin texto escrito, hablando, con cara de preocupación, pero invocando la legitimidad que le confiere haber cofundado una asociación civil cuyo fin primero fue combatir las mentiras del catalanismo.

4.- Autoridad y autocrítica. En uno de los cientos de programas televisivos dedicados al asunto aparece Iñaki Gabilondo. Habla con raciocinio, con la maestría que le otorgan sus años de periodismo. Parece que está en su despacho. Chirría un tanto una foto de fondo, con cuatro veteranos líderes de la radio: Gabilondo, Luis del Olmo y José María García junto a Carlos Herrera. Una foto apropiada para un programa de Bertín Osborne. Gabilondo va diciendo, con su dicción y mesura perfectas, lo esperable. Hasta que suelta algo novedoso: Cataluña está perdida. Y lo está porque se ha perdido a la juventud catalana. El espectador piensa que sí, que muy probablemente lleve razón. Pero cuando se espera que vuelva la vista atrás, y explique las causas de esto, pasa a otra cosa. Ni una palabra sobre su coetáneo Felipe González, sobre cómo quien ha tenido la mayor concentración de poder democrático en la Historia de España, desarrollando muy libremente lo que la Constitución reguló con negociada ambigüedad, entregó los contenidos de la enseñanza a las Comunidades Autónomas, sobre cómo un cuarto de siglo largo enseñando historia-ficción es tiempo sobrado (ya saben la máxima jesuítica: "Dadme los ocho primeros años de una persona y podéis quedaros con lo demás") para propiciar la desafección en más de una generación de jóvenes catalanes. Sobre esa responsabilidad, chitón.

5.- Qué desperdicio. Con la cantidad de problemas reales, acuciantes, que tiene la gente, ¡cuánto tiempo, energía y dinero dedicados a este asunto! ¡Cuántas horas argumentando estérilmente! ¡Cuánta energía y voluntad puestas en una causa decimonónica y cuánta en intentar convencer de su anacronismo, su absurdidad! ¡Qué dispendio, qué enorme desperdicio!

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