Tribuna

tomás navarro

Periodista y arabista

EE UU abandona Siria

Trump le pasa a Bruselas el asunto turco, que bien lo paga la UE al evitarle Erdogan remitir el flujo migratorio que vomita Medio Oriente y Asia Central

EE UU abandona Siria EE UU abandona Siria

EE UU abandona Siria

La llegada a modo de irrupción -vía Twiter- de Donald Trump a la presidencia de EE UU, ha terminado enfocando el conflicto contra Siria de una manera diferente a la empleada por el eje anterior de Barack Obama-Hillary Clinton. El eje de Trump no coincidía con el de su antecesor y la visión estratégica de la Casa Blanca ha terminado por salirse del juego belicista largo y costoso para derribar a la Siria representada por su presidente Bashar al Assad. La franquicia siria no es rentable para el presidente de EE UU, que abandona la región hacia posiciones más acordes con su rentabilidad geoestratégica, que por ahora se encamina más a sus intereses en Asia Oriental.

Tras venderle a sus aliados israelí y saudí un volumen en armamento como nunca antes se había visto, posicionando a ambos países en eje militar dominante en la región, donde cada uno lo agita dígase en Yemen, dígase en Siria, en función de su poder letal, Washington se encamina a afianzarse allá donde sus ganancias son más proclives a seguir manteniendo su papel de superpotencia.

Las revueltas árabes de hace diez años ya han dado de sí lo que pudieron dar de la mano de la Hermandad Musulmana. El objetivo era la eliminación de regímenes contrarios a Israel y Arabia Saudí, intentando en Siria conseguir los avances que tomaron al Iraq de Sadam Husein y a la Libia de Gadafi. Dejaron a los egipcios purgándose entre sí para abandonar a Hosni Mubarak, elevar a Morsi y finalmente imponer al general Al Sisi. Y el imprevisto de Túnez lo solucionaron mandando en un avión cargado con toneladas de oro al dictador, Ben Alí, a su dorado exilio en Arabia Saudí. Teniendo a Pakistán dentro del arco de control y a Afganistán intervenido con 35 bases militares de EE UU, el presidente Trump heredó el conflicto sirio y todo apunta a que su desenlace lo pactó con el presidente de Rusia, Vladimir Putin; ante el maremágnum del Pentágono en la administración anterior a la suya donde EE UU apoyó al Daesh y otros grupos terroristas ante el derrumbe de la llamada "oposición democrática siria", que la eliminaron los grupos yihadistas sin miramiento alguno.

Los triunfos generalizados de los ejércitos sirios que, a excepción de Alepo, han controlado eficazmente al resto de país útil (salvo los desiertos al Sur y al Este -Palmira dixit-) y el apoyo militar ruso legal conforme al derecho internacional han terminado con el intento por romperle, a través de Siria, a Irán su influencia en Siria y Líbano. Una influencia que para Israel y su socio saudí resulta inquietante. Para Israel porque su expansión queda empantanada y para Arabia Saudí porque la propaganda de su "democracia islámica" aterroriza a la tiranía saudí que ve en las urnas y el voto igualitario el fin de sus días.

Para el actual inquilino de la Casa Blanca, empresario potentado y magnate, su visión es comercial y no admite "regresiones" a las políticas de Obama y Clinton. Así, el rosario de dimisiones a su alrededor, de altos cargos gubernamentales, generales de cinco estrellas, asesores áulicos y otros reseñados geoestrategas, indican que Trump se suele salir con la suya. Y saliendo de Siria contenta a Rusia, deja armados hasta los dientes a sus aliados israelí y saudí y abandona, como es tradición, a las milicias kurdas que ya no le valen a nadie para seguir armándolas hasta los ojos. Los kurdos sirios sí tienen las puertas abiertas para Damasco, pero no así para Turquía, que ahora aspira a llenar el vacío norteamericano y meter en cintura a unas fuerzas militares kurdas que molestan también a Iraq y, si no entran en el arco sirio, también Damasco las vería como fuerzas hostiles.

El tablero sirio desde 2011 hasta la actualidad ha cambiado. El régimen sirio sobrevive y se impone ya en el 90% del país. El norte, expoliado por Turquía, también cede para Damasco y encima con fuerzas kurdo-sirias. Un terreno ignoto que puede provocar choques armados entre Damasco y Ankara, donde Erdogan juega a erigirse en el área como una pieza de doble moral, y que actuará según mejor cobre. Por ahora Trump parece que le pasa a Bruselas el asunto turco, que bien lo paga la Unión Europea (UE) al evitarle Erdogan remitir el chorro de migrantes que vomita todo el Medio Oriente y Asia Central. Gracias a los 4.500 millones de euros que Ankara recibe de Bruselas, la presión migratoria ha cesado en el Mediterráneo Oriental, pero para dirigirse al Occidental: a Italia y España. Y en el caso español, Marruecos quiere elevar la paga en euros que le envía la UE, vía Madrid, porque viendo lo que cobra Erdogan, el Rey del Moro aspira a mayor cobro por detener la presión migratoria hacia las costas españolas.

Con la salida de 3.000 soldados americanos de suelo sirio, una estancia ilegal a todas luces y sin ningún amparo, Trump le evita a sus tropas bajas indeseables ahora que los grupos yihadistas vuelven a ver en EE UU al enemigo predilecto y, al sentirse abandonados por aquellos que los animaron a invadir Siria, también vuelven a ser su objetivo. De alguna manera Donald Trump corrige al eje Obama-Clinton que, en su instinto 'anticomercial', montó el sarao de las revueltas árabes para hundirse en el pantano sirio. Y eso genera pérdidas para el magnate-presidente y por ello cierra su franquicia en Siria: por su no rentabilidad. Esta salida confirma el triunfo para la alianza sirio-rusa que, a su vez, entronca con las relaciones Rusia-Irán-China y deja a los principales instigadores de esta invasión derrotada (Israel-Arabia Saudí y sus marionetas petromonárquicas) al frente de la caja, sí, pero de la suya que para algo les ha vendido armamento para matarse por otros mil años más.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios