Tribuna

José maría rueda gómez

Miembro del Comité Federal del PSOE

¿Enfrentamiento o distensión?

El enfrentamiento entre independentistas es consecuencia lógica de la distensión de relaciones entre ambos gobiernos producida tras la llegada del PSOE al poder

¿Enfrentamiento o distensión? ¿Enfrentamiento o distensión?

¿Enfrentamiento o distensión? / Rosell

Recientemente, el secretario de Organización del PSOE, José Luis Ábalos, manifestaba que el enfrentamiento interno entre independentistas catalanes podría favorecer el diálogo con el Gobierno central. Se refería al hecho producido en el Parlamento de Cataluña a raíz del debate sobre la suspensión o no del ex presidente de la Generalitat Carles Puigdemont como diputado del Parlament, y al "choque frontal" al respecto entre Esquerra Republicana y Junts per Catalunya, que provocó la desconvocatoria del Pleno y situaba al Parlamento catalán en una situación de aparente bloqueo.

Más allá del coyuntural desencuentro, y de cómo se resuelva, es evidente que "algo se mueve" dentro del independentismo catalán, además de un leve descenso en la intención de voto, a tenor de las últimas encuestas publicadas. Y es aún mas evidente que ese "movimiento" , que afectará, sin duda, a la hasta ahora inmutable unidad de acción de los partidos independentistas, va a facilitar y favorecer el necesario diálogo entre el Gobierno catalán y el español.

El enfrentamiento entre independentistas es consecuencia lógica de la distensión de relaciones entre ambos gobiernos producida tras la llegada del PSOE al Gobierno de la nación. Este hecho ha supuesto una normalización política que ha superado la inverosímil e inaceptable cerrazón anterior, sólo sustentada en el atrincheramiento del PP (y jaleada, cuando no superada por el de Ciudadanos), justificado en su egoísta cálculo electoral. Ese callejón sin salida o bucle interminable en el que la estrategia de cada parte servía para alimentar la estrategia de la otra parte, y así hasta el infinito, es el que ha saltado por los aires con la nueva realidad política. Y en el nuevo clima de normalidad, que no supone asunción de ningún postulado, ya no es posible mantener el bloque independentista unido y sin fisuras. Ahora toca hacer política, de verdad, y no de trinchera, y en ese escenario es natural (y legítimo) el enfrentamiento o la diversidad de pareceres y de estrategias.

Por eso, el diálogo se verá facilitado y mucho, porque ya nadie podrá hablar (de hecho, nunca lo habría podido hacer, a tenor de la aritmética electoral) en nombre de todo un bloque. Ni tampoco, y eso es lo más positivo de la situación, en mi opinión, nadie podrá responder en nombre del otro bloque. La clave del nuevo tiempo es la ruptura de los bloques y la apertura de espacios políticos en los que no tendrá cabida el diálogo de sordos esterilizante, sino que todos y cada uno de los actores políticos deberán arrinconar sus posiciones maximalistas (le guste o no) y abrirse a la exploración de nuevas vías democráticas. Y justamente las dificultades dentro del bloque independentista para afrontar esa nueva realidad, serán las que provoquen (ya lo están haciendo) los citados enfrentamientos.

Las enormes posibilidades políticas que la distensión y el diálogo ofrecen para encarrilar soluciones al conflicto entre España y Cataluña (que ha existido y existe, al margen de lo que cada cual opine del mismo), y, por ende, al modelo territorial de nuestro Estado, tienen su principal efecto en ese enfrentamiento entre independentistas. Pero tiene su segundo efecto, en la irracionalidad y la virulencia con la que han reaccionado las "derechas nacionalistas españolas", también sobrepasadas y desorientadas ante la nueva realidad, pues ven que se les achica el espacio político en el que hasta ahora se han desenvuelto, que ha sido, también, la cerrazón y la trinchera. La propuesta surgida dentro del PP de ilegalizar a las fuerzas políticas independentistas, sólo puede ser calificada cómo el canto del cisne nacionalista español del bucle interminable en el que algunos han vivido muy bien a costa de la solución del problema. Y la estrategia de Ciudadanos de mantener viva la llama del debate a toda costa es sólo el correlato que sigue a la evidente inutilidad política que, en términos de avanzar en soluciones no frentistas, supuso su "triunfo" en las elecciones catalanas de final del año pasado. Inutilidad por inacción y por incapacidad de articular un discurso y un relato superador de las trincheras infranqueables.

Seguiremos escuchando aún durante un tiempo, las recurrentes "avanzaremos en la construcción de la república catalana", "el PSOE ha dado alas al independentismo" o "no existe mayoría política para reformar la Constitución ni el Estatut", pero está claro que algo se mueve, porque la anomalía era la quietud anterior. Ahora nos moveremos con propuestas, contrapropuestas, ofertas, diálogo y contrapartidas, adornado sin duda con alguna salida bien escenificada de tono, que será el último coletazo de una situación felizmente por superar.

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