Tribuna

Juan José Garcia

Coronel retirado del Ejército de Tierra

Lecciones de la guerra de Ucrania

Aunque hubiera cambios en el régimen ruso, las medidas que están tomando los países de la UE desde el punto de vista energético deberían alcanzar un punto de no retorno

Lecciones de la guerra de Ucrania Lecciones de la guerra de Ucrania

Lecciones de la guerra de Ucrania / rosell

Apunto de cumplirse siete meses desde la invasión rusa de Ucrania. Al principio, la mayoría de los expertos pensaban que todo terminaría en pocos días con la rápida captura de Kiev por los rusos, pero transcurrido todo este tiempo Rusia ha tenido que cambiar sus planes de guerra en varias ocasiones y Ucrania ha ofrecido una resistencia mayor de lo esperado para la que, sin duda, el apoyo y la ayuda con material militar de los países occidentales está siendo fundamental.

Eso no quiere decir que Ucrania vaya ganando la guerra o que Rusia la vaya a ganar, al menos por el momento. Lo que sí es cierto es que el conflicto entró a los pocos meses en una dimensión en la que el largo plazo es el horizonte más lógico, lo que implica que sus consecuencias también se dejaran sentir durante un largo periodo de tiempo, incluso después de su finalización.

Esta guerra, al igual que otros conflictos de las últimas décadas, tiene múltiples dimensiones, entre las que podemos destacar: militar, diplomática, económica, suministro energético y varias derivadas para los países y sus ciudadanos: incremento del precio del gas y de la electricidad, crisis alimentaria, inflación y, sobre todo, incertidumbre sobre su evolución y sus consecuencias futuras.

Una lección aprendida es que en la diplomacia internacional el régimen de Putin no va a generar confianza nunca más, ya que cualquier acuerdo alcanzado con él tan solo se ha mantenido cuando ha sido útil para sus intereses y, en muchos casos, simplemente ha servido para dar una falsa imagen de diálogo o como una forma de ganar tiempo.

Rusia decidió invadir Ucrania después de años de negociaciones sobre la relación entre los dos países y después de los acuerdos de Minsk, sin respetar la ley internacional, las instituciones internacionales y toda clase de acuerdos con sus países vecinos. Todos los compromisos y diálogos con Rusia no han servido de nada cuando se ha tratado de poner en práctica su estrategia de confrontación con Occidente.

Otra lección de este conflicto es que la amenaza de Occidente de imponer sanciones para prevenir la guerra no funcionó. Sí lo están haciendo con posterioridad y tendrán más efectos a largo plazo, pero tendría que formar parte de una estrategia para aislar al régimen ruso y no debería haber marcha atrás en tanto en cuanto Putin mantenga su dominio sobre Rusia.

El conflicto también ha puesto de manifiesto que la política energética desarrollada durante muchos años por Occidente y en especial por Alemania para estrechar la relación con Rusia, la llamada diplomacia de la energía, está teniendo graves consecuencias por haber desembocado en una excesiva dependencia de un país tan poco fiable en un aspecto tan estratégico.

Aunque hubiera cambios en el régimen ruso, las medidas que están tomando los países de la Unión Europea desde el punto de vista energético deberían alcanzar un punto de no retorno, cambiando el modelo actual en cuanto a las fuentes de energía y a los suministradores principales. A corto plazo, el costo y los desafíos de esa transformación no serán pequeños, pero el esfuerzo y los cambios que supongan deben ser la base para establecer un sistema diferente para el futuro que evite unas consecuencias tan graves como las actuales.

Otra enseñanza de este conflicto es que algunas políticas basadas en la ambigüedad estratégica, como las desarrolladas por EEUU y la Unión Europea, cuando se trata de adversarios como Rusia o China, no suelen dar resultado porque pueden transmitir una imagen de debilidad ante países tan poderosos y autoritarios.

Hay más lecciones que se pueden aprender de una situación como la actual, como la necesidad de una unión sin fisuras de los países occidentales y en la política interna de cada uno ,y disponer de unas instituciones fuertes que den respuesta a amenazas y desafíos de esta magnitud.

La estrategia de Putin es a largo plazo y el peligro en Occidente con el paso del tiempo es la desunión entre los países y la falta de una estrategia clara de actuación que haga frente con firmeza al desafío ruso y a las consecuencias tan negativas que ya estamos sufriendo y que seguirán durante bastante tiempo.

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