Tribuna

José prados osuna

Economista

Los cabeza de búfalo y el papa comunista

Los cabeza de búfalo y el papa comunista Los cabeza de búfalo y el papa comunista

Los cabeza de búfalo y el papa comunista

Nos hemos situado en una fase de la historia contemporánea impregnada por la mentira (o la verdad aparente) y cuyo objetivo va desde la publicidad engañosa para el consumo de productos hasta la deformación ideológica de las personas escasamente dotadas y de un bajo perfil cultural para derivar su voto a posiciones extremas. Antes de la pandemia hemos visto al Sr. Steve Bannon atentar gravemente contra las bases ideológicas del guardián de la democracia. Cabeza de Búfalo entrando a saco en el Congreso Americano es la fiel consecuencia de los programas del Sr. Bannon y la imagen de un estúpido que ha permeabilizado el manejo ideológico de la extrema derecha, que es incapaz de gobernar por procedimientos éticos y democráticos, base del sistema político que el mundo occidental se ha dado a sí mismo.

Los cabeza de búfalo han utilizado la pandemia para el personal divertimiento que significa poner en duda los principios que inspiran la convivencia, la ética humana y el sentido de la vida, desde los griegos hasta nuestros días. Cabezas de búfalo se han situado en el periodismo, la política, los medios de comunicación que permiten el anonimato y han logrado aparecer en el Congreso de los Diputados, de manos de la derecha desnortada y de la extrema derecha, los que antes se llamaban a sí mismos, gente de orden.

Las religiones han sido siempre usadas como modelo de dominación y en la nuestra no han faltado los que han acudido al palio para la ocultación de crímenes y exterminios. Nuestra religión, la cristiana, la que inspira nuestras democracias, la que exigió Aznar que apareciera en la Constitución Europea, va por otro camino, se asienta en el Sermón de la Montaña, las Bienaventuranzas, la Pecadora Arrepentida, las Imprecaciones, el Buen Samaritano, el Rico Insensato, El Rico Epulón, el Joven Rico, Zaqueo, los Vendedores del Templo, La Samaritana…

La utilización de la religión ha sido una práctica constante y malintencionada. Hitler se decía católico y mencionaba a Dios en sus discursos, Stalin consagro Rusia a la Virgen de Kazán. Muchos dictadores comulgaban a la vez que firmaban sentencias de muerte, Trujillo, Videla, Pinochet, Franco. Benito Mussolini fue un ateo convertido al catolicismo.

El papa Francisco es un "comunista" que ha levantado el orden vaticano porque ha recibido en audiencia a una dirigente española que milita en el Partido Comunista y, sobre todo, porque coincide en muchos aspectos con lo que dice El Evangelio de Cristo. Esta paranoia, alentada por algunos dirigentes políticos como la Señora Ayuso, o por varios periodistas, algunos beneficiarios directos e indirectos de los medios de comunicación de la Iglesia, no están exentos de recordar que su papa preferido, San Juan Pablo II, condenó el Capitalismo en la Encíclica Centessimus Annus. Declaró que "la propiedad" no es un valor absoluto, sino que sólo es legítima si tiene una dimensión social más que privada. La propiedad, sin dimensión social, es ilegítima. Sólo la propiedad se justifica como producto de la acumulación del trabajo.

El gran problema ideológico del mundo occidental se encuentra enquistado en el pensamiento y justificación que realizan los católicos liberales. Por ello, cuando la Iglesia Católica establece las prioridades de su ideología, se enfrenta a las posiciones del liberalismo conservador, por ser contrario a sus principios, porque defiende a ultranza que sólo el capital da derecho a la propiedad de los medios de producción. Los católico-liberales ocultan que tanto Juan Pablo II como sus predecesores han condenado explícitamente el capitalismo moderno y contemporáneo, así como el liberalismo económico y político y advertido que la injusticia y el fracaso del comunismo no hace del capitalismo una alternativa válida de un orden social cristiano.

Así que Francisco es coherente con las enseñanzas del Evangelio y al igual que hizo Jesús hablando con una Samaritana y pidiéndole de beber, recibió a una comunista moderna que, por ahora, no pone en práctica la ideología condenada por la Iglesia.

Tal rasgada de vestiduras, tal escándalo vociferado por la derecha mediática y algunos líderes "bannianos", "ayusianos" y "voxianos", sólo encierran estrategias electoralistas y muy poco cristianas.

El papa bueno, al que nos referimos, Juan XXIII, vendió su anillo cuando era arzobispo de Milán para sostener una huelga obrera y conversaba con dirigentes sindicales y comunistas y salvó de los campos de concentración nazis a todo un tren cargado de judíos en Turquía y a cientos de miles en toda Europa. Comentó que Pio XII ponía su anillo en alcohol después de una audiencia por temor a microbios y a que hubiera comunistas infiltrados. A Juan XXIII le gustaba que le gente le tocara. Decía: "Si vienen a mí es porque me quieren, que más da que sean comunistas". Es decir, ni todo comunista es malo, ni todo conservador es bueno, ni al contrario. Lo que no se puede hacer es utilizar la religión con fines electoralistas, tal como es habitual en España, porque relega a la religión a la categoría de instrumento subordinado a un fin principal, generalmente espurio, como espurios son los procedimientos de Bannon y sus seguidores en Europa. Sólo nos falta una cabeza de búfalo, aunque en nuestro país abundan las cabezas de toro, que generalmente están mudas y colgadas de la pared.

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