Tribuna

Edward Jeep

Coronel de los Marines, retirado

Carta de un coronel de los Marines a su amigo Manuel Fernández Vílchez, fallecido en Granada hace dos años

Fue un gran amigo mío desde que entré por primera vez en enero de 2003 en su bar, El Burlaero, por la calle Seminario

Manuel Fernández Vílchez y Edward Jeep

Manuel Fernández Vílchez y Edward Jeep / G. H.

Hace ya dos años que falleció en Granada don Manuel Fernández Vílchez. Fue un gran amigo mío desde que entré por primera vez en enero de 2003 a su bar, El Burlaero, por la calle Seminario. Yo era entonces un capitán de Los Marines de los EEUU y estaba recién llegado a esa tierra de legado árabe. No tenía allí muchos amigos. Hasta esa noche. 

Al enterarse que yo era un gran aficionado taurino, don Manuel ordenó que a mí me incluyesen como invitado en todos los actos y ponencias taurinas que se hacían en su restaurante. No me perdí ni una. Pero eso era lo de menos, hoy me toca hablar de su amistad. Me trató como miembro de su familia –y después de algunos años de servicio militar por el ancho mar y desiertos lejanos, necesitaba una familia–. España, mi gran amor, nunca me traicionó. Mi pasión por España me fue devuelta a través de gente humilde, fuerte, con carácter digno y cariñoso como don Manuel.

Gracias él, de Granada siempre me acuerdo con un cariño profundo. Me vienen a la cabeza los políticos, toreros, su historia cristiana-musulmana, y sobre todo la familia de don Manuel: su mujer Carmen, e hijos Manolo, Mari Carmen e Elena. Con esa familia y con España, pasé casi tres antes de volver al ancho mar y a los desiertos lejanos.

Hace poco mas de una década, su amplio entorno puso en marcha una gran cena por su cumpleaños. Tan distraído estaba entonces y tan metido estaba de nuevo en mi mundo militar, porque me preparaba para desplegarme a Irak, que no pude participar. Siempre me ha molestado eso, aunque realmente no pude haber hecho nada diferente. Elegí ser militar y por eso mi primera responsabilidad siempre era el Cuerpo de Marines. Sé que don Manuel lo entendió.

No obstante, necesito participar aunque sea tarde en ese acto público con estas palabras de recuerdo. Reconociendo el valor que le dio a Granada, como amigo y empresario. Por eso escribo hoy, para declarar a los amigos y familiares de don Manuel, cuanto a le quería, reconociendo las riquezas que me regalaron todos ustedes, y dejando este recado desde los EEUU.

En Washington DC, en la Basílica de la Concepción Inmaculada, se celebrará una misa el 19 de febrero en el nombre de don Manuel Fernández Vílchez. Adiós amigo mío.     

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