Tribuna

Juan garcía montero

Concejal del PP de Granada

Un faro en medio del desierto

Es inteligente aprovechar la nueva situación del partido y hacer todo lo posible para cerrar las heridas internas del PP andaluz

Un faro en medio del desierto Un faro en medio del desierto

Un faro en medio del desierto

Lo malo de los espejismos es que nos impiden contemplar la realidad ante el deseo de ver las cosas tal como más nos conviene. Pues así, como un vaso medio lleno, se ha dejado caer el agua en el desierto de las últimas elecciones autonómicas en Andalucía. No hay que ser muy astuto para entender esta visión sedienta de votos, como una oportunidad para demostrar el valor real del Partido Popular para los andaluces. Va a ser una cuestión de buen gobierno, de generosidad y de política sin complejos.

Cuando las cosas peor pintaban, se encendió en el horizonte un faro donde aferrarse, una linterna que iluminó el panorama en forma de abstención socialista y de voto de castigo para Vox. Hay que reconocer que la suerte influye también en la política, pero son circunstancias que se aprovechan de verdad o que pasan factura definitivamente. Entiendo que el momento requiere un campo de actuación con dos pilares.

Por un lado la gestión profesional, oportuna, honesta y capaz del gobierno de la mayor comunidad autónoma de nuestro país sin posibilidad de fallar. Para ello se necesitan talentos dispuestos a organizar y enderezar el entramado de casi medio siglo. Una cosa es urdir jugadas en una bolera y otra cosa es poner en las mejores manos la construcción del futuro andaluz. En la superficie parecerá fácil maquillar las cosas, pero en la profundidad del poder no se puede jugar con castillos de naipes, eso pasa solo en Netflix.

No va a ser fácil tomar el paso a la responsabilidad directa en todos los centros del poder andaluz, pero más complicado será hacerlo cogidos del brazo de la formación de Albert Rivera. Sé de lo que hablo cuando les digo que son capaces de dar la mano habiendo pactado todo lo contrario diez minutos antes. Granada es un ejemplo de lo que digo y Andalucía también, recuerden. Ni mucho menos quiero ser pesimista pero la experiencia enseña el camino. Gracias a Dios, han asumido responsabilidad compartida, en caso contrario ya les digo que la cabra tiraría al monte antes que tarde.

Por otro lado, es inteligente aprovechar la situación y hacer todo lo posible para cerrar las heridas internas del PP andaluz. De nada vale creerse en poder de la verdad absoluta cuando los números nos dicen otra cosa. La grandeza se mide por igual en el éxito y en las derrotas pero solo los verdaderamente inteligentes aprovechan ambas cosas para mejorar. En 2011 el PP consiguió 1.600.000 votos. En 2015 1.064.000 andaluces eligieron estas siglas. En 2018 no se ha llegado a 750.000.

Por eso las ocasiones se deben aprovechar para restañar las grietas internas que saltaron en la mayoría de provincias por no decir en todas. La unidad no se sostiene a la fuerza, no se gana imponiendo la voz sino que se consigue respetando la legalidad de los procesos y entendiendo lo bueno que cada parte puede aportar. No es malo reconocer el problema, todo lo contrario, es el punto de partida para construir una solución sólida. Si esta labor se hace con grandeza y altura de miras, el camino podrá empezar a retrocederse y a recuperar el voto perdido. En caso contrario el espejismo desaparecerá en medio del desierto.

Además, son muy importantes las repercusiones nacionales de lo que pase en Andalucía, será fundamental para comprender y preparar el alcance global del nuevo PP de Pablo Casado y de sus verdaderas opciones de recuperación del Gobierno de España. Lo sensato y lo objetivo, viendo el panorama de nuestro entorno, es poner en cuarentena y por mucho tiempo la hegemonía exclusiva de la derecha en torno a la calle Génova. Hay una novedad alentadora y es comprender, tras lo ocurrido en el sur peninsular, que las mayorías de gobierno son más fáciles de conseguir acompañados, que en la soledad de un charrán.

Con una venda en los ojos populares, Pedro Sánchez tiene alguna posibilidad de continuar haciendo equilibrios en la cuerda floja. Pero con una derecha prudentemente dividida y en sintonía, lo cierto es que Pablo Casado es quien cuenta con mas opciones para llamar al Palacio de la Moncloa con éxito. Para facilitar el camino es necesario allanar terreno con integración interna y acogiendo de nuevo al mayor número de simpatizantes, saneando direcciones provinciales con caras nuevas y mochilas vacías. Para esto la convención nacional del PP es clave en la construcción de la nueva derecha española.

La unidad nacional está llamando insistentemente a las conciencias de muchos españoles, de toda ideología. El Gobierno central se ha tirado en mano de los separatistas y quiere prolongar su agonía a golpe de talonario. Andalucía nos ha brindado una oportunidad para planificar la solución ofrecida por los votantes. Respetar la ley es la otra pata de nuestro sistema. La coherencia sirve para aplicar este principio universal de la democracia en todas partes, para proteger el orden constitucional y la libertad personal. El que haga trampas debe pagarlo y eso vale para solucionar el problema de Cataluña y para cualquier otro golpe al poder.

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