Tribuna

Federico Relimpio

Observatorio de la Sanidad del Colegio Oficial de Médicos de Sevilla

El parche de la ministra Darias

Preocupa el déficit acuciante de ciertos especialistas en nuestro país, teniendo entre ellos un lugar destacado los médicos de Atención Primaria

El parche de la ministra Darias El parche de la ministra Darias

El parche de la ministra Darias / rosell

A estas alturas ya lo saben todo acerca de las 217 plazas MIR no cubiertas (200 en Medicina Familiar y Comunitaria). La respuesta oficial, inmediata: facilitar los trámites para garantizar que dichas plazas de formación sean ocupadas por graduados extracomunitarios.

Parece obvio que la solución de un problema avanza si se formula en clave del bien común. En este sentido y de acuerdo con otros, he puesto en relación el problema de las vacantes MIR en Medicina Familiar y Comunitaria con lo escasamente atractivo de dicha formación, sea por el lugar o porque la especialidad arrastra décadas de desprestigio. Asunto este motivado en buena parte por las realidades del ejercicio profesional. Así, la propuesta de la titular del Ministerio de Sanidad, Carolina Darias, refuerza las dudas existentes sobre la utilidad/capacidad de dicho ministerio, al menos tal y como está concebido en la actualidad.

No es preciso volver a insistir en la problemática de Atención Primaria y en lo crucial para el funcionamiento del Sistema Nacional de Salud. Sí lo es, sin embargo, subrayar que solo el apego a la red emocional del terruño explica el que tantos médicos de Atención Primaria -y de otras especialidades- hayan aguantado en condiciones tan hostiles durante tantas décadas. A este respecto, interesa saber que el salario bruto del médico se dobla al atravesar los Pirineos -y me quedo corto-. Además, la fiscalidad y el coste de la vida en Francia, sin ir más lejos, no son tan diferentes de lo que tenemos aquí.

Sorprende, por tanto, que el éxodo de profesionales (de Primaria y de otras especialidades) no se haya convertido en una práctica mucho más habitual. Y destaco el tema económico, por evidente; hay otras muchas consideraciones en cuanto al trato con el paciente, la ausencia de masificación y un largo etcétera.

Sin embargo, la emigración médica española no ha sido masiva. Existe, no se crean, y va a más. Algo muy preocupante. Sobre todo ante el déficit acuciante de ciertos especialistas en nuestro país, teniendo entre ellos los médicos de Atención Primaria un lugar destacado. Pero, dado el desequilibro de condiciones de trabajo a un lado y al otro de los Pirineos, asombra que no haya habido una desbandada, por llamarla de algún modo. Y la razón o razones se escapan a la medición; se enlazan con lo afectivo, a la felicidad de uno por vivir y trabajar en su tierra, con los suyos. Un "salario emocional" que es capaz de compensar las mil patadas en la boca del día a día.

Con todo, hasta este fenómeno se ve ya en entredicho. Porque va muy ligado a una generación resignada, que no sabía idiomas ni había salido de Erasmus. Una generación sufrida que se está jubilando en masa, dejando de su vida profesional -sobre todo en Atención Primaria- el testimonio que comentaba yo hace muy poco: "un tique al infierno (y solo de ida)". Es lógico que la juventud se lo piense muy mucho antes de comprar el tique.

La postergación de Medicina Familiar y Comunitaria en el MIR es sintomática del calvario de Atención Primaria y del mal gobierno sanitario de décadas (tirios y troyanos). Por tanto, su reemplazo con extracomunitarios se antoja una maniobra facilona y que nada resuelve de la cuestión de fondo.

De este modo, podemos plantearnos hasta qué punto vamos a arreglar algo reclutando extracomunitarios (con todos mis respetos a su formación y sus ilusiones). Porque las malas condiciones de trabajo en Atención Primaria van a ir a peor, dado el envejecimiento progresivo de la población y el acúmulo de enfermedades crónicas. Un panorama tóxico, desalentador, sobre todo para el profesional foráneo, que carece de la conexión con la tierra que comentaba más arriba.

En estas circunstancias, es más que posible que un profesional que ya haya roto con sus raíces se plantee que no hay por qué soportar lo insoportable, y que allende los Pirineos pagan mucho más por lo mismo. O por lo mismo, no, que se trata de un ejercicio profesional más relajado y satisfactorio. Previa inmersión en el idioma correspondiente, eso sí.

Claro que, cuando nuestros responsables sanitarios se den cuenta de esto, puede que la Atención Primaria de este país solo sea el recuerdo de que otro mundo -sanitario- podría haber sido posible.

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