Tribuna

Juan Ramón Medina Precioso

Catedrático de Genética

Las prisas del PP andaluz

Las prisas del PP andaluz Las prisas del PP andaluz

Las prisas del PP andaluz

El 25 de junio, lunes en el que acababa el plazo para inscribirse como votante en las primarias del PP, Casado visitó varias provincias andaluzas. En Sevilla acudió poca gente a escucharlo, lo que denotaba que la dirección no se había esforzado en apoyar la convocatoria, y Bonilla declinó tomar la palabra para presentarlo. Saludé al candidato, intuí que tenía futuro y di la primicia en este periódico: "En ocasiones, veo políticos".

Según mis amigos, me equivocaba. De hecho, la mayoría de los dirigentes andaluces apoyaban a Soraya y unos pocos, a Cospedal; sólo Oña se decantó por Casado. Al parecer mi fogonazo era una ilusión óptica. Pausa.

El 5 de julio votaron los afiliados. En la sede regional, sita en Sevilla, los notables afines a Soraya se mostraban relajados; apenas había dos interventores de Casado, síntoma de la endeblez de sus apoyos orgánicos. A media tarde apareció Zoido, que apostaba por Cospedal, y saludó afablemente, presumiendo de nietecilla. La sonrisa de los sorayos iba convirtiéndose en una mueca de insatisfacción: algo no iba según sus previsiones.

El recuento en Andalucía puso en primer lugar a Soraya, en segundo a Cospedal y Casado quedó muy atrás; resultados similares en Sevilla, sólo que con más ventaja a favor de Soraya. Todo según lo previsto según mis críticos, excepto que en el conjunto de España era Casado el que pasaba el filtro. Gran sorpresa: acaso el fogonazo no era tan ilusorio.

Empieza la pugna electoral entre Soraya y Casado. Error de la dama: rehusar el debate, cuando ella es mejor polemista que oradora. Si se debía a temor, malo; si a prepotencia, peor. Tres de los derrotados, Margallo, Joserra y Cabanes, optan por Casado. Es lo que Mario Bilbao llama el efecto bandwagon: apuntarse a la tendencia creciente.

Muchos partidarios de Cospedal se ponen a trabajar para Casado antes de que ella se pronuncie. El afable Zoido entra en el combate y forma con Oña un dueto importante. El diario separatista Ara avisa del peligro del tándem Cospedal-Casado. Doy la primicia en este diario: "OTAN Sí, Casado, No", dije que decían los separatistas.

Las vísperas del día definitivo las cosas estaban en manos de los compromisarios indecisos. Los datos de un ingeniero de caminos, el sorayistaÍñigo de la Serna, hablaban de ligera ventaja a su favor; los de un ingeniero de telecomunicaciones, el casadista Teodoro García, decían lo contrario. Ambos son duchos en trabajar con números y poco propensos a las fantasías sin base. Conclusión: los indecisos decidirán.

La noche de vísperas es larga y los expertos siguen haciendo llamadas a los compromisarios, presionando más los sorayistas y mostrando más calma los de Casado, apoyados por los de Cospedal. Entre los andaluces, Arenas y Zoido juegan papeles importantes en una y otra candidatura. Siguen las prisas por asegurar la victoria. Se difunde una afirmación significativa de Casado: tiene decidido su discurso y le da igual que el sorteo le obligue a hablar antes o después que Soraya. Es un gesto de determinación y seguridad, virtudes de las que ha hecho gala durante la campaña.

El 21 de julio discursea primero Soraya y comete un error grave: insistir en que los compromisarios debían limitarse a ratificar la decisión de los afiliados, que le había sido favorable. Nunca es bueno coaccionar moralmente a los que deben votarte. Por contra, Casado hace un canto a la libertad de voto. Si no era una réplica, lo parecía, pero algunos indecisos optan al oírlo por Casado. Siempre es bueno confiar en el votante.

Tras los discursos se intuía que ganaría Casado; en realidad ganaron los cospecasadistas, pero es lo mismo: el presidente es Casado y ya todos le son afines. A favor de Zoido juega que se posicionase cuando todavía reinaba la incertidumbre; a favor de Oña, que estuvo allí desde el comienzo.

Reacciona Soraya con elegancia: acepta facilitar la integración de los suyos y no pide ningún puesto concreto. No habrá dificultad en acomodar a Fátima, Alonso e Íñigo, siendo lo del cántabro imperativo: es valioso, sacrificó la alcaldía y no es diputado. Urge.

La autopsia de los resultados indica que Soraya venció en tres provincias, Sevilla, Cádiz y Málaga, pero Casado, con la ayuda decisiva de los cospedalistas, ganó en las otras cinco y en el conjunto de Andalucía. Urge pues, y mucho, integrar en Sevilla y en Andalucía, pero no a los de Soraya en el equipo de Casado, sino justo de lo contrario: los partidarios de Casado, incluidos los que empezaron con Cospedal, deben entrar pronto en los órganos de dirección y en las próximas listas autonómicas y municipales. Si Bonilla lo facilita, su candidatura saldrá reforzada, pues contará con nuevos y pujantes apoyos procedentes de los que han ganado el congreso. Pero debe vencer la tentación de enrocarse y los ganadores, la de no dejarse integrar. Hace falta tanta generosidad para acoger como humildad para dejarse acoger. Y todo eso, deprisa.

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