Tribuna

MANUEL CAMAS

Abogado

No hay salida sin el PP

El diálogo sobre Cataluña debe producirse entre los interlocutores que puedan generar consensos de entidad suficiente para que la solución sea real, y eso incluye al PP

No hay salida sin el PP No hay salida sin el PP

No hay salida sin el PP

Introduje la intervención del presidente Rodríguez Zapatero en las Jornadas de Conmemoración del 40 Aniversario de la Constitución que celebró el Consejo General de la Abogacía Española, hace dos años.

El discurso del presidente se producía en el clima encendido del conflicto catalán y no rehuyó el tema. Explicó cómo el Parlamento de Cataluña, por amplísima mayoría, de la que se había excluido el Partido Popular, que sí había participado en las negociaciones, aprobó un texto que fue modificado en el Parlamento español, con el apoyo también de la mayoría, pero con el voto en contra del PP. Posteriormente, fue sometido y aprobado por referéndum en Cataluña, aunque ciertamente con la abstención de la mitad del censo y, recurrido por el PP ante el Tribunal Constitucional, sufrió una sentencia que anulaba algunos artículos y establecía respecto de otros una determinada interpretación, para que pudieran entenderse acordes con la Constitución. La sentencia desencadenó una situación complejísima, aunque él abogaba que ese es el camino que debe reanudarse.

Sin embargo, el presidente Zapatero no entendía, o no quería advertir, que el Estatuto de Cataluña es un pilar básico de nuestro consenso político constituyente y por ello, también de nuestro modelo de Estado. Y que sin uno de los dos partidos, junto al PSOE, que vertebran la representación política de la inmensa mayoría de los españoles, no es posible políticamente modificarlo de manera sustancial, por más que se respete el marco constitucional, aunque se tengan mayorías suficientes, (que siempre son limitadas en el tiempo).

Lamentablemente podemos ahora caer en el mismo error. Claro que los conflictos que vivimos con Cataluña son políticos y deben ser solucionados políticamente, qué otra solución que merezca tal nombre existe; claro que la política necesita del diálogo para desarrollarse. Pero el diálogo debe producirse entre los interlocutores que puedan generar consensos de entidad suficiente para que la solución sea real, y eso incluye al Partido Popular.

El acuerdo que el PSOE ha cerrado con ERC ofrece un cauce poco claro para una solución política, faltan actores principales y si se fracasa generará mayor grado de crispación.

La exigencia de ERC de que el diálogo sea entre gobiernos hace muy difícil el éxito, excluir al PP hace imposible una solución. Los españoles, catalanes incluidos, de la ideología que seamos, debemos aceptar que sin el PP es imposible ninguna solución política a este conflicto.

Solamente caben tres salidas a la mesa de diálogo que se pretende abrir entre gobiernos y solamente una de ellas positiva: que los acuerdos sean también consensuados con el PP.

Otra sería que esa mesa no alcance ningún acuerdo, no imagino ventajas políticas para otro fracaso, salvo mejorar posiciones, ganar tiempo, facilitar el acceso al Gobierno en España a unos y una posición electoral favorable a otros en Cataluña. Pero el riesgo de caer en el descrédito para ambos es muy alto y evitarlo, responsabilizando al otro, lleva a una situación muy negativa.

O la peor salida, que se alcancen acuerdos, que se sometan a consulta en Cataluña, pero que sean políticamente inviables, por falta de consenso en el conjunto de España, lo que generaría más frustración y conflicto.

Debe el Gobierno buscar consenso con el PP, y debe el Partido Popular asumir la obligación que tiene, con todos los españoles, de hablar con el PSOE de esta materia. Es verdad que es difícil imaginar que el PP abandone su inveterada estrategia de oposición, la de a todo que no, incluido el diálogo, pero sin él no hay acuerdo políticamente sostenible en esta materia.

Si no fuera posible, que parece lo más probable dada la división en bloques que nos paraliza como país, tendremos que asumir que el problema político catalán se hará crónico.

Eso significa que debemos armar de paciencia a la sociedad española, ante las provocaciones a las que seguirá siendo sometida y ante las pérdidas que este escenario conlleva no solo en Cataluña. Reforcemos las instituciones y especialmente al poder judicial, que tendrá excesivo protagonismo, no deben pedírsele urgencias ni atajos, nuestra Justicia solamente saldrá bien parada liberándose de presiones, limitándose a la aplicación de las leyes, huyendo de querer ser la solución o ejemplarizar; y no abandonemos la política, el diálogo, esperar a que seamos capaces todos de ceder lo necesario para que nazca una solución y la convivencia siga siendo posible.

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