Tribuna

juan ramón medina precioso

Catedrático de Genética

Los separatistas, 'la Manada' y un rector

El rector Clavero se negó a expulsarme de la Universidad de Sevilla en 1974, a pesar de que el Ministerio franquista se lo pedía. ¡Qué diferencia con los tiempos actuales!

Los separatistas, 'la Manada' y un rector Los separatistas, 'la Manada' y un rector

Los separatistas, 'la Manada' y un rector / rosell

Corren rumores de que los abogados defensores de los separatistas están preocupados por la sentencia a laManada. Según ha quedado probado, ni ejercieron sobre la muchacha violencia explícita, del tipo de golpearla, ponerle una navaja al cuello o esgrimir una pistola, ni ella se negó manifiestamente a mantener relaciones sexuales. Con ese fundamento, la Audiencia Provincial de Navarra los condenó por abusos sexuales, un delito menos penado que la agresión sexual, vulgo violación. El Tribunal Supremo ha elevado el delito a la categoría de violación basándose en un concepto, el de "intimidación ambiental", que equipara a la violencia: hubo intimidación ambiental, luego hubo violencia, luego hubo violación. Y la hubo porque los agresores, que eligieron un lugar recóndito, eran cinco y mucho más robustos que la víctima, la cual quedó exenta en esas circunstancias de mostrar temerarias actitudes de repulsa.

Ese razonamiento ha sido aplaudido por la Fiscalía, buena parte de la opinión pública y la totalidad del movimiento feminista, pero los defensores de los separatistas están especulando con que el Supremo recurra a la tesis de la intimidación ambiental. Podría así sazonar el asalto a la democracia española que perpetraron con el requisito de violencia, necesario para la rebelión. Pues si el asalto de uno a cinco contra la libertad de alguien es intimidación ambiental, acaso también lo sea el de decenas de miles de personas, coordinadas y pertinaces, contra la Constitución y las órdenes judiciales. Ignoro si ese temor es verdadero o simplemente una coartada para la anunciada campaña que van a emprender con el lema "España compara a los demócratas con violadores", segunda fase de la queja de Rufián de que sus jefes estuviesen encarcelados mientras laManada seguía en libertad.

La intimidación ambiental sigue deteriorando la libertad de expresión en las universidades. En mi juventud lo avanzado era defender la libertad de expresión y el bilingüismo. Nos las ingeniábamos para leer a Marx, Engels, Darwin o Freud, y organizar mesas redondas sobre sus obras, no sólo por su interés intrínseco, sino porque sus libros estaban prohibidos, o relegados, por el franquismo. También defendíamos el derecho de nuestros compañeros catalanes a expresarse en su lengua regional cuando quisieran. Pero unos usurpadores, que se dicen herederos del movimiento democrático antifranquista, impiden desde hace años que hable cualquier conferenciante que discrepe de sus versiones de la inmigración, el ecologismo, el feminismo y otros ismos, sucedáneos modernos de la lucha por la democracia y las libertades. Y, en una línea paralela, están prohibiendo usar el español para enseñar, dirigirse a la Administración o rotular los comercios. El sedicente progresismo, más bien retrógrado, se opone a las libertades individuales allí donde puede, aunque grite lo contrario. Costumbre ancestral en fascistas y estalinistas.

En reciente episodio de esta saga, según este diario, la Universidad de Cádiz (UCA) ha vetado la intervención del abogado defensor de la Manada en una mesa redonda de un ciclo sobre El hombre y la mujer como seres sexuados. La UCA dice que no ha vetado nada, sino que su intervención no estaba programada, pero uno de los organizadores afirma que el vicerrector de Extensión le transmitió la orden del rector de que, por razones de seguridad, no interviniese. Y que se lo habían sugerido desde el Ministerio de Cultura, cuyo titular visitaría la UCA por otro curso. El ministro sostiene que ni exigió nada a la UCA, ni la UCA le ha consultado nada.

Alguien miente. Si el abogado no iba a intervenir, ¿por qué los organizadores le habían reservado alojamiento? ¿Y por qué el catedrático Jareño se ha negado solidariamente a intervenir? Si la UCA consultó al ministerio, ¿por qué no lo reitera en público? Si el rector no adoptó la decisión, ¿por qué no destituye al vicerrector? Si el vicerrector no dio la la instrucción, ¿por qué no denuncia al organizador? Y ¿por qué, a diferencia de lo que habríamos hecho nosotros, los estudiantes no exigen que se levante la prohibición?

Se trata de un lamentable caso de sometimiento inaceptable a la intimidación ambiental de los extremistas opuestos al abogado, en el que la censura se agrava con la cobardía y la hipocresía. El rector Clavero se negó a expulsarme de la Universidad de Sevilla en 1974, a pesar de que el ministerio franquista se lo pedía. ¡Qué diferencia!

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