Tribuna

Jaime Batlle

Consultor en Recursos Humanos

¡Así nos va!

La economía no avanza, pese a la respiración asistida de una política monetaria intensiva. El enfermo está en la UCI, (espacio euro), sujetado por las economías más potentes

¡Así nos va! ¡Así nos va!

¡Así nos va! / rosell

La pregunta global a nivel económico es cuál es el límite de la emisión de dinero respaldado por la creación de deuda. La respuesta es simple: la solvencia actual y futura de las economías que avalan dicha deuda. Llegados a este punto de la reflexión, la duda está en que el futuro se cumpla y, por tanto, es preciso controlarlo. Esto lo saben bien la FED y el BCE.

El control, en macroeconomía, equivale a establecer límites y no sobrepasarlos para proteger la solvencia, que es precisamente la que permite avalar la compra de deuda española, por ejemplo, por parte del BCE.

En la actualidad, la derivada económica consecuente, y en parte fuera de control, es que la EQ impulsada por Dragui, que pretendía mantener la inflación en un 2-3% anual, con tipos de interés a cero, no ha sido capaz de impulsar el crecimiento económico al objeto de amortiguar el peso de la deuda a partir del crecimiento nominal del PIB vía inflación, con unos tipos de interés al 0%.

La receta con que Estados Unidos salió de la II Guerra Mundial, anclando la rentabilidad de sus bonos al 2% con un crecimiento económico del 10%, que generó una inflación del 6%, no ha resultado esta vez, produciéndose una japonizacion de la economía en el espacio euro, basada en inflación, crecimiento y típos de interés en minimos.

Resumiendo: la economía no avanza, pese a la respiración asistida de una política monetaria intensiva. En consecuencia, el enfermo está en la UCI (espacio euro), sujetado por la solvencia de las economías más potentes del continente.

Como el problema sigue siendo de deuda, no hay que olvidar esta perspectiva, pues es la clave de bóveda sobre la que pivota la estructura del escenario económico, la solución pasa inexorablemente por una doble vía: crecimiento económico, apoyado por políticas monetarias. Pero para eso haría falta que, en el largo plazo, tipos de interes extremadamente bajos, inflación controlada en el 3% incluso 4% y crecimiento económico, redujeran el peso de la deuda sobre el crecimiento del PIB nominal sostenido a largo plazo, pongamos 10 años.

La realidad es que en la actualidad este escenario es una quimera, entre otras cosas porque no estamos controlando la inflación que sigue en paralelo la senda de los tipos de interés.

En este entorno, aparece nuestra clase política española, con un doble doble: déficit fiscal de dos dígitos y caída de PIB de otros dos dígitos, con el agravante de fallas estructurales de primera magnitud: tamaño de nuestras empresas, estructura de generación de PIB, escasa productividad y sistema educativo escasamente adecuado, por calificarlo de forma benévola.

El resultado, si no nos avalara Alemania a través del BCE, es que estariamos ante el escenario de una economía fallida, que suele ser la antesala de un Estado fallido; lo que ahora se deja caer por Europa sobre España (cuidado con el lenguaje, que suele aterrizar antes que la realidad).

Mientras tanto, nuestra estrafalaria clase política está usando una táctica suicida: la de creer y, en consecuencia, actuar, como si fuera imposible que Europa nos pueda dejar caer.

Esto, deberían saber nuestros políticos que no es así, porque la economía no se abarca en términos de voluntad, sino en el escenario de las consecuencias y a partir de ellas, de las decisiones a tomar.

Cuando la solvencia de las economías de los países que hoy nos avalan entren en zona de duda o turbulencia, los parlamentos democráticos de esos países, no permitirán riesgos para sus ciudadanos, traducidos en pobreza propia, para seguir avalando a países como España, que además de alejarse del rigor democrático mínimamente exigible ha hecho de la política económica que aún le corresponde un insensato ejercicio de irresponsabilidad, haciendo de su gasto el sayo que le ha dado la gana y oídos sordos a los cambios estructurales que nuestro edicifio productivo y gestión del gasto precisan.

El error mayúsculo en que caen nuestros gobernantes es que no nos dejarán de sostener.

Deberían saber, y no saben, que quienes nos avalan con su solvencia son, esos sí, sociedades democráticas, que es lo que a nostros aún nos quedan varios peldaños por alcanzar.

Precisamente por eso es por lo que nuestra clase política no lo entiende. Y no lo entiende por dos razones y una evidencia: porque no sabe, porque no lee ni escucha y porque es esencialmente soberbia.

!Así nos va!

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