Tribuna

Daniel J. García López

Profesor del Departamento de Filosofía del Derecho de la UGR

Nos estamos viendo

Carta de despedida a la promoción 2016-2020 del Grado en Ciencias Políticas de la UGR con gratitud infinita hacia lo que me habéis hecho aprender, en lo personal y en lo académico

La Asamblea de Estudiantes de Sociología y Ciencias Políticas, en una imagen.

La Asamblea de Estudiantes de Sociología y Ciencias Políticas, en una imagen. / Facebook

"Se pueden coger casi todos los términos, todas las expresiones de nuestro vocabulario político, y abrirlos: en el centro se encontrará el vacío". Simone Weil, No empecemos otra vez la guerra de Troya (1937).

La literatura no ha existido siempre. Esta carta solo puede comenzar así. "La literatura no ha existido siempre", nos enseñó Juan Carlos Rodríguez. Uno continuamente cuenta los mismos chascarrillos, ¿pensabais que no lo iba a decir? Hace casi cuatro años, el primer día de aquella aula 11, en septiembre de 2016, erais chaveas que acababais de salir del instituto y que de repente llegabais a la Universidad con la ilusión de la mayoría de edad. Y un profesor que gastaba menos canas, escribió en la pizarra aquella frase que nadie entendió en aquel momento (y no sé si llegasteis a entender al final de ese curso de Teoría del Derecho).

La literatura efectivamente no ha existido siempre, pero la promoción 2016-2020 del Grado en Ciencias Políticas existe ahora, en un ahora que contagia todo mi cuerpo. Existirá siempre porque lo habéis hecho posible. Habéis pasado erasmus, becas, un encierro, raíces, exámenes, asambleas, trabajos y hasta un confinamiento. Pero hay algo que nunca dejaréis de estar pasando constantemente: no podréis dejar de estar pasando nunca todo lo que a mí, como docente, supone vuestra existencia.

Y en unos días hubiéramos celebrado vuestra graduación con familiares, escenario y mucho vino. Pero las circunstancias son algo extrañas desde hace unas semanas. En cierta medida, la ceremonia de graduación que no tendréis nos situará ante lo que verdaderamente hace comunidad: no la propiedad de los trajes, zapatos, orlas y discursos. Sino su ausencia, su falta, que hace de esta graduación un instrumento sin instrumentalidad, un medio que interrumpe la lógica de la eficacia y la funcionalidad. Está siendo una graduación como pura medialidad. Y esto se queda y permanece en las papilas gustativas de la memoria: es un sabor irrepetible en tanto irrepresentable.

Siempre estaréis existiendo en la memoria, en los sentidos. Pero no se trata de una promesa vacua de amoríos de aquí para allá. Es un siempre como un ahora que se repite constantemente pero que no pierde su capacidad de sorprender. Estaréis existiendo porque re-existís. La re-existencia es insistir en existir resistiendo. Y en esa re/ex/in-sistencia me hacéis cómplice. Desde esa complicidad solo os pido que me dejéis conspirar un poco más. Juntarnos y respirar en compañía. Porque lo que aprendí de vosotros y vosotras es a respirar. Si tuviera que presentar una gala de graduación y decir unas palabras a quienes os rodean, familiares y amistades, solo les diría eso: que quienes hoy se gradúan me enseñaron a respirar en compañía. Así que sí que existís y seguiréis existiendo porque seguiremos respirando en ese ahora de la memoria, en la distancia. Seguiremos insistiendo en existirnos. Solo así es posible la resistencia.

¿Cómo continuar cuando se avecina el final? Porque ya vivo en la intimidad de vuestra extrañeza. Y es solo a partir de la experiencia del extrañamiento, de manteneros en la lejanía, que es posible que un nombre lo contenga todo: Manu, Ana, María, Silvia, Marta, Carlos, Sofía, Cármenes, Alberto, Maite, Fran, Aritz, Iseo, Aitana, Miquel, Lucía, Argi, Valentina, Matías, Javier, Cister, Fernando, María del Mar, Nerea, Gonzalo, Hilaria, Rafa, Laura, Alejandro, Belén, Luis, José Ramón, Cristina, Paula, Damián, Jorge, Alba, Carla, Antonio, Sonia… Es una intimidad con puertas abiertas para que sepamos que no hace falta llamar. Que se puede entrar en cualquier momento. Esta es precisamente su potencia: no perseguir el largo plazo, sino aparecer en un instante, en cualquier instante. Siempre os querré convidar a mi casa, a mi intimidad, pues de lo que se trata es del con- del contagio que hace compartir una vida. Pero no dejéis nunca de serme extraños porque solo así, desde esa diferencia, nos viviremos.

Con una gratitud infinita hacia lo que me habéis hecho aprender, en lo personal y en lo académico, solo os puedo decir, como despedida intraducible: nos estamos viendo.

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