Folclore

Ancianas luchan para conservar las coplillas centenarias y pícaras del zerengue

  • El zerengue, unas coplillas pícaras que durante siglos las jóvenes de Colomera han cantado y bailado a los mozos de esta pequeña localidad, se mantiene vivo gracias al esfuerzo de un grupo de septuagenarias que lo han recuperado como una tradición que no debe perderse.

El zerengue, unas coplillas pícaras que durante siglos las jóvenes de la localidad granadina de Colomera han cantado y bailado a los mozos de esta pequeña localidad, se mantiene vivo gracias al esfuerzo de un grupo de septuagenarias que lo han recuperado como una tradición que no debe perderse.

Lo que no pudo el franquismo, cuando se prohibió e incluso se rapó a quienes fueron sorprendidas cantándolo en las calles, está a punto de conseguirlo los gustos musicales de las nuevas generaciones de este pueblo olivarero de unos 1.700 habitantes.

Sus letras, insinuantes unas y sarcásticas otras, sólo se conservan en la memoria de un grupo de ancianas del pueblo que, decididas a mantener su historia, han formado un conjunto con el que difunden el zerengue por ésta y otras localidades andaluzas.

Ataviadas con faldas de vuelo de tela alpujarreña que esconden unas enaguas blancas, blusas de idéntico color, pañuelos rojos al cuello, cintas de colores en las manos y flores en el pelo, desafían los achaques propios de los años bailando divertidas y reivindicando un pasado que conocen "al menos" desde sus bisabuelas, han explicado.

"Ése de la gorrilla / se lo ha creído / porque le han dicho guapo / cuando nunca lo ha sido", cantan acompañadas del repiquetear de sus castañuelas, mientras otra recuerda "la cara que se les quedaba a los mozuelos" cuando les recitaban ésas y otras coplillas en las que les ponían "a caer de un burro".

Concebidas con afán crítico y burlesco para el Carnaval, pronto se convirtieron en canciones de juego y flirteo entre los adolescentes, hasta que, después de la prohibición durante la dictadura, cayeron en el olvido, siendo estas mujeres, la más joven de las cuales tiene 70 años, las que hace unos años decidieron recuperarlas.

La mayoría de ellas no bailaba y cantaba el zerengue desde su mocedad, pero ahora se prodigan en los encuentros de mayores, las fiestas de celebración del Día de Andalucía o las Ferias de los Pueblos.

En esos escenarios, las satíricas letras es lo que más llama la atención al público, según sus cantantes, quienes refieren que esta actividad, además de recuperar una actividad cultural única, les permite "ejercitar la memoria, hacer ejercicio con el baile y viajar y conocer otros sitios", algo que muchas de ellas no habían hecho nunca.

Les apena que a sus nietas "sólo les guste la discoteca" y no aprendan estas coplillas: "Cuando nos muramos, se acaba el zerengue", advierte una, ante lo que las demás espetan "¡No pienses en morirte, coño!".

El Ayuntamiento de Colomera quiere que con ellas no desaparezca esta parte lúdica de su historia, por lo que ha implantado la enseñanza del zerengue en una escuela de baile donde las niñas se convierten en un eslabón más de una cadena centenaria.

"No se puede perder, sería una pena", apunta la concejala Justa López, quien explica que, para hacerlo más ameno a las pequeñas, se están utilizando instrumentos como la guitarra.

Además, desde el Ayuntamiento se anima a todos quienes conozcan letras del zerengue que las escriban y las lleven allí, para hacer una recopilación y evitar que caigan en el olvido.

Por las estrechas y empinadas calles de este pueblo de casas encaladas, una marea de colores y risas se dirige a la plaza principal para hacer lo que más gusta a estas animosas mujeres, mientras sus convecinos se arremolinan para presenciar una improvisada actuación de zerengue que les trae los que, quizá, se cuenten entre sus más entrañables recuerdos.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios