la granada del siglo xxi

Villanueva Mesíadetrás de los álamos

  • El deporte es la gran apuesta de ocio de este municipio, que cuenta con polideportivo, piscina olímpica, rutas en bici y zonas de piragüismo

La llegada al pueblo es magistral. Un camino escoltado a ambos lados por álamos de imponente altura envuelve al visitante mientras se adentra en Villanueva Mesía, hasta llegar al puente, donde, como si la cortina se descorriera, el bosque permite ver que al otro lado del río se dibujan las primeras casas.

No siempre hubo un puente, aunque parezca algo esencial. De hecho, en el siglo XIX este lugar se conocía como Villanueva de la Barca, porque ésa era la única forma de pasar al otro lado del río. Afortunadamente, un puente hace ahora las cosas bastante más fáciles, la barca pasó a la historia y el municipio adoptó el apellido de uno de los principales cortijos de la zona.

Hoy en día Villanueva Mesía es un pueblo activo de unos dos mil habitantes, que entre otros atractivos cuenta con una oferta deportiva que es el orgullo de los vecinos. "La piscina es una de las mejores, y además tenemos el polideportivo y ahora también el pabellón nuevo", comenta Antonio Uclés, que trabaja en uno de los bares del pueblo.

El concejal de deportes y turismo, Juan Fuentes, apunta que han recibido varios premios por el fomento del deporte, entre ellos uno de la Diputación y otro de la Asociación de Gestores Deportivos. Pero este reconocimiento no se justifica sólo por las infraestructuras deportivas -no basta con poner piedra sobre piedra- sino por los esfuerzos del municipio por llenarlas de contenido y sacar partido a todas las posibilidades de la zona.

Así, la ruta de bici Hiponova, que se organiza cada año desde 2000, tiene ya fama entre los ciclistas de la provincia y reunió en su última edición a más de un centenar de participantes, asegura el teniente de alcalde, José Antonio Durán, que sostiene que las 24 horas de fútbol sala que se celebran por Semana Santa son las más antiguas de España. "Hay un porcentaje muy alto de la población que practica deporte", señala Fuentes, "y tenemos varios equipos federados en distintas disciplinas". Y eso no es todo, cuando el caudal del río lo permite, también se habilitan zonas para la práctica del piragüismo. "Esperamos que con el deshielo el Genil lleve este año agua suficiente", comenta el teniente de alcalde.

Junto con el entorno natural y la iglesia mudéjar del siglo XVI, la antigua tahona es uno de los lugares a visitar en este municipio del Poniente granadino. Muchos vecinos todavía recuerdan cuando servía para su anterior fin. "Yo me acuerdo de haber hecho allí magdalenas, roscos, brazos de gitano... Le pedías a la panadera los ingredientes que necesitabas y tú llevabas los moldes. Ella lo batía todo y lo metía en el horno de leña y luego lo recogías", rememora Encarni Ruiz, mientras ve jugar a su hijo en la plaza del pueblo que hay frente a este emblemático edificio.

Ahora la antigua tahona, que antes fue un pósito, se ha convertido en museo. Entre sus paredes, que se remontan al siglo XVII, se recoge ahora el relato de la prehistoria del Poniente granadino, en lo que actualmente ha pasado a ser un centro de interpretación.

Con el hijo de Encarni está jugando Ángela Cerrillo, de ocho años, que cuenta que ya ha tocado el bombo por primera vez. "Se va a recuperar la banda de música", explica Encarni, que señala que uno de los puntos fuertes del pueblo es que "con cualquier cosa, todo el mundo se vuelca". Ángela sigue su relato. "Hemos empezado a ensayar, pero no hay suficientes tambores. Las cornetas sí que están todas ya", concreta, y a renglón seguido cuenta que también está dentro del equipo de fútbol mixto.

Manuel Robles y Antonio Moreno también jugaban al fútbol hace años, pero entonces no había tantas instalaciones como ahora. Jugaban en la plaza del antiguo cine y el pueblo se acababa allí. "Mi casa era la última", cuenta Josefa Cobos mientras friega la entrada de su vivienda. "Y ahora prácticamente está en medio, con el Ayuntamiento al lado y el consultorio y el supermercado... Ha venido mucha gente de los cortijos y todo ha mejorado mucho".

Manuel y Antonio también están encantados con su municipio y cuentan sus delicias mientras descansan en la plaza de la entrada al pueblo. Manuel pone el acento en el entorno natural. "Donde quiera que mires hay campo, o ves el río, la sierra...". Antonio, que comparte banco con él, valora la convivencia. "Por las tardes, cuando llega el buen tiempo, se sienta la gente al fresco. Se juntan los vecinos por las noches un rato a las puertas a hablar".

Villanueva Mesía no ha sufrido el éxodo de la juventud que se ha dado en otros pueblos. "Aquí no ha habido abandono", defiende Manuel. Los jóvenes se van a trabajar fuera, a Granada o a otros municipios, "pero vuelven", apostilla.

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