La granada del siglo XXi

La espera y la esperanza de Escúzar

  • El Parque Metropolitano se proyectó como un soplo de vida y actividad para el municipio · Tras varios años sin ver los resultados los vecinos se muestran defraudados, aunque aún se confía en que un día el polígono se haga realidad

El nuevo milenio trajo al municipio de Escúzar rumores de cambio y promesas de futuro. Un ambicioso proyecto industrial había puesto sus ojos en esta llanura del Poniente granadino y su nombre, Parque Metropolitano, empezó hace unos seis años a hacer eco por las calles de Escúzar y a despertar ilusiones y algún recelo. Hoy el futuro económico y social del pueblo está íntimamente ligado al de ese sueño empresarial al que, por el momento, le cuesta coger vuelo.

"Dicen que va a ser uno de los más grandes de Europa, pero hasta que lo hagan...". Merche García, como muchos otros vecinos, tiene más prisa por ver llegar el desarrollo económico y el empleo al pueblo que las empresas por instalarse. "Empezó a buen ritmo, pero ahora está muy parado", cuenta Paco Gómez. El alcalde, Manuel Alférez, resume en pocas palabras el sentir del municipio: "Se vendió a bombo y platillo y hoy prácticamente se ha perdido la ilusión".

La crisis ha hecho que el polígono pise el freno, explica el gerente del Parque Metropolitano, Sergio González, quien defiende aun así que las expectativas son buenas. "Hay 15 empresas funcionando o en vías de instalación y otros 25 proyectos más presentados al Ayuntamiento. Casi todos tienen licencia ya, pero están esperando a que la situación mejore". Una vez que esto ocurra, para González está claro que "el parque será una fuente de riqueza y creación de empleo no sólo para Escúzar sino para toda la comarca".

El alcalde pone en entredicho los números. "Sólo hay tres naves realmente funcionando y una en construcción. Las promesas no se han cumplido", sentencia. Haría falta mejorar la comunicación por carretera y acabar con los microcortes de luz que lleva sufriendo el municipio algunos meses. Son dos circunstancias que espantarían a cualquier empresa, afirma Alférez, que defiende que se apoye más el proyecto y calcula que si funcionara al cien por cien, supondría más de 5.000 empleos directos.

Estas perspectivas podrían evitar el éxodo que sufrió el pueblo en otras décadas, cuando muchos vecinos se vieron obligados a emigrar. Algunos, por ejemplo, se fueron a trabajar en el sector turístico de Almería o Cataluña, explica Paco Gómez, que tiene un hostal en el pueblo. "Turismo aquí hay poco, sobre todo viene gente trabajadora, que se queda de lunes a viernes", explica este vecino, que nació y creció aquí y que aunque lamenta la falta de empleo, valora la tranquilidad que se respira. "Puedes dejar las llaves del coche puestas, que no se lo van a llevar".

Merche García también pone el acento en la seguridad. "No hay delincuencia, es un pueblo muy tranquilo y eso también lo miro para mi hija", dice con su pequeña en brazos. Se acaba de instalar en Escúzar, porque las casas son más baratas -un fenómeno que la crisis acentúa- y está contenta pero hay cosas que echa en falta, como un mejor servicio de autobuses y que se arreglen los famosos cortes de luz que traen de cabeza al pueblo.

De esto también se queja Rita Palma. Su familia fue una de las que se marchó a Alemania en busca de trabajo, cuando ella tenía sólo seis años. Allí conoció a su marido, también de Escúzar. "Él siempre tuvo la ilusión de volver aquí", cuenta. Así que después de 24 años fuera, Rita volvió a hacer las maletas de vuelta a Escúzar, donde ella trabaja en una farmacia y su marido encontró empleo en las minas de estroncio, otro foco de desarrollo y empleo para el municipio.

También María Saldaña terminó volviendo de Alemania, después de trabajar durante años allí. Ahora vive en la casa que hay justo al lado de la ermita y es ella quien tiene las llaves y se encarga de cuidarla, limpiarla y cambiarle las flores. Lleva en la mano unas cuantas velas que le han dado unos vecinos para encenderlas en lugar de las viejas y relata la historia de la ermita que ha oído contar desde siempre, según la cual un milagro del Cristo del Rescate curó a una niña que no podía andar mientras jugaba en ese lugar. Entonces se construyó la ermita en su honor, explica María, desde el que es uno de los puntos más altos del pueblo.

Escúzar visto desde allí arriba muestra su crecimiento y su empeño por seguir vivo. El municipio quiere construir un nuevo colegio y las calles del polígono aguardan ya urbanizadas la llegada de las empresas. Aunque por el momento, Escúzar sigue esperando un futuro que viene despacio.

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