Provincia

Un ganadero de la comarca pone en marcha una quesería artesanal en Hernán del Valle

  • Amador Rodríguez estrena el año con la puesta en funcionamiento de una fábrica artesanal en una cueva del Paraje del Torilejo

Es un sábado muy soleado en este lugar privilegiado de la comarca, el Paraje del Torilejo en Hernán Valle (Guadix). Allí, en su pequeña explotación ganadera, espera Amador Rodríguez. Es grande y de aspecto bonachón, lleva pantalón de pana, un jersey verde lleno de paja y está dando de comer a las cabras: "Me cambio enseguida y os enseño la quesería".

Es un apasionado de su trabajo y se le nota cuando habla, gesticula y enseña sus animales. "Desde que era pequeño me gusta el ganado , trabajaba ayudando a vacunar o a esquilar y poco a poco fui comprando mis propios animales" , explica. Y un buen día por fin pudo montar su propia granja, que "tenía diseñada tal y como la veis en un libreta desde que tenía 14 años".

Después de un par de años complicados con pocos beneficios y mucho trabajo Amador pensó que tenía que mirar hacia adelante con algún proyecto que le permitiera seguir trabajando con lo que más le gusta, con sus cabras y en su granja. "Se me ocurrió que iba a transformar mi leche en queso, aquí mismo, en esta cueva". Su quesería fue uno de los proyectos subvencionados en 2010 por el programa LIDERA financiado por fondos FEADER de la Unión Europea y por la Junta de Andalucía y gestionado por el GDR de Guadix.

Así que comienza el año estrenando proyecto, ampliando su granja con una quesería-cueva. Amador ha convertido lo que era un antiguo refugio para los pastores en todo un spa para fabricar queso. De hecho, el circuito comienza con la llegada de la leche de sus propias cabras: "Puedo trabajar con leche cruda porque garantizo la sanidad de mis animales, al ser una explotación cerrada no tienen contacto con otras ganaderías", cuenta con orgullo. Después se pasa por la cuba, donde se hace el queso y se corta la cuajada con el grano mas o menos grande para hacer un queso fresco o uno más curado. En la sala de oreo se aprovecha la temperatura y la humedad natural de la cueva para que se cure el queso. Por fin llega la sala donde reposan y esperan a ser catados. "Tienes primero que olerlo, ver si te gusta como huele, después probarlo ver si es cremoso o picante", cuenta. Al queso de Amador sólo le falta la etiqueta. Enseña un boceto que él mismo ha dibujado, es una pequeña cueva con un árbol y una cabra en la puerta, la descripción de su producto: "Queso fresco a partir de leche cruda de cabra con todos los componentes naturales de la leche" . Y el nombre: La Cueva del Torilejo, todo muy sencillo y claro porque al queso de Amador no le hace falta más.

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