Granada afronta una “epidemia silenciosa” de ITS que “nunca se fueron”

La provincia aumenta los números de casos de clamidia y gonorrea, una tendencia al alza, también a nivel nacional

Solo Sevilla presenta una mayor tasa de incidencia de estas enfermedades en Andalucía

Volver al “póntelo, pónselo”

Estado de las ITS en la provincia. / Dpto. Infografía

Granada declaró en 2022 un total de 1.241 casos de Infección de Transmisión Sexual (ITS), lo que supone algo más de tres positivos diarios dejando una tasa de incidencia en la provincia del 134,7, la segunda más alta de Andalucía teniendo por delante solo a Sevilla (140,5), según el estudio elaborado por la Consejería de Salud y Consumo, Infecciones de transmisión sexual en Andalucía. 2021-2022, publicado el pasado año. A la luz de estos datos, vuelve a ponerse el foco en las campañas de prevención, especialmente entre la población más joven, y en el aumento de casos de enfermedades como la gonorrea o la clamidia.

Estas dos son, de hecho, las ITS que más casos reportaron en 2022 en Granada, 562 y 478 respectivamente, mientras los casos de VIH han experimentado un descenso leve.

Por distritos sanitarios, es el Distrito Granada el que presenta un mayor número de casos tanto de gonorrea (303) como de clamidia (258), aunque es el Metropolitano el que presenta una mayor tasa de incidencia (calculada por cada 100.000 habitantes) acercándose al 50% en ambos casos y superando el 100 en el total..

Por su parte, Nordeste presenta una incidencia total de ITS 17,4%, con valores por debajo del 10 en todas las infecciones recogidas por el informe de la Junta de Andalucía, mientras que Granada Sur presenta una incidencia de 21,4 en clamidia y 24,7 en gonorrea.

También recoge el informe de la Junta los casos de sífilis, que supone la tercera ITS con 151 casos en Granada, y el herpes genital, con menor incidencia y solo 50 casos en 2022.

Al mismo tiempo, destaca cómo el perfil tanto de clamidia como gonorrea sería un hombre de entre 20 y 24 años, pues en ambas ITS presentan la tasa de incidencia más alta de Andalucía (189,3 y 239,5 respectivamente), seguido en ambos casos por los hombres de entre 25 y 29 años.

En el caso del sífilis, la mayor tasa de incidencia vuelve a darse en hombres, esta vez de entre 30 y 34 años y lejos de las principales cifras andaluzas; por su parte, el herpes genital rompe esta tónica y es mayoritario en mujeres de 25 a 29 años (53,07%), seguido por el siguiente grupo etario, de 30 a 34, que supone el 39,2%.

Sobre este panorama, Andrés Ruiz, jefe del Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Universitario Clínico San Cecilio, insiste en escribir una nota a pie de página. Para el profesional sanitario, el aumento de la incidencia –el caso granadino se enmarca en una tendencia a nivel nacional, también al alza– debe entenderse también como consecuencia de un aumento del número de declaraciones, fruto de la “mejora de la capacidad diagnóstica”, porque ahora se hacen test rápidos a los centros de salud, a través de la atención primaria, mientras que hace unos años solo estaban operativos en hospitales y unidades de enfermedades infecciosas. El objetivo es “dar un acceso más equitativo y justo” a todas las personas que puedan tener esta enfermedad, explica.

También puntualiza Ruiz que la clamidia o la gonorrea “no es que hayan vuelto, es que nunca se han ido”. El sanitario califica la situación como una “epidemia silenciosa” y explica que igual que hay nuevas enfermedades infecciosas como el virus del Nilo o el coronavirus, la sociedad está viviendo la “reemergencia de infecciones que parecía que estaban controladas, pero que ciertos cambios han motivado que vuelvan a surgir”.

Las enfermedades infecciosas, prosigue el jefe de servicio, son “organismos vivos” y al igual que todos los seres vivos “se adaptan para intentar sobrevivir”, lo que supone una serie de mutaciones para hacerse inmunes a los tratamientos antibióticos.

En un ámbito algo más mundano, Ruiz prosigue explicando que los cambios comportamentales de la sociedad o los viajes a lugares exóticos hace que estos virus vuelvan a cobrar el protagonismo que tuvieron durante el boom sexual de los años 60.

También sale a la palestra el caso del sarampión, que está reemergiendo en ciertos países ante la tendencia de las familias a no vacunar a sus hijos. La ‘vacuna’ contra las ITS, o al menos parte de ellas, sería el preservativo, un elemento de protección que se instauró como hegemónico en gran parte de la sociedad, especialmente avivado por campañas como el “póntelo, pónselo”, pero que a raíz de los nuevos datos parece que esa hegemonía empieza a decaer.

Así, existen ciertos colectivos, desarrolla el doctor, que “postulan el no uso del preservativo por ser una limitación a las relaciones sexuales”, lo que podría estar detrás de esos aumentos. Aquí entra en juego la libertad sexual, puntualiza el sanitario, pero respetando siempre “la prevención y el riesgo que hay en juego” y vuelve a tirar de ejemplos: “el casco previene del daño cuando hay un accidente en moto, ¿que alguien quiere ir sin casco?, perfecto, pero hay que tener en cuenta lo que ocurriría en caso de accidente”.

De igual forma, aquella campaña del “póntelo, pónselo” suma ya más de tres décadas de vida y se hace necesario, aboga Ruiz, por buscar nuevas fórmulas, más actualizadas y acordes a los nuevos tiempos, que consigan ese impacto que tuvo aquel comercial y que la sociedad, granadina y española, puedan “vivir su sexualidad de una forma mucho más feliz”.

Ruiz pone como ejemplo la profilaxis preexposición (PrEP en el argot médico), que consiste en la toma, vía oral, de una pastilla para protegerse del VIH. Sin embargo, esta actuación va más allá y se basa en una consulta en la que se investiga “sobre problemas psicológicos, problemas de adicción y se fomenta la educación sexual”, con el objetivo de combatir ese aumento de las ITS desde varias perspectivas y que, más pronto que tarde, se logre revertir la tendencia.

Una caída de la incidencia del VIHpero un aumento de diagnósticos tardíos

El aumento de infecciones de transmisión sexual contrasta con el descenso, leve, del VIH en Granada. De hecho, la propia Junta destaca este hecho, que en la comunidad autónoma solo se da en la provincia, Almería, Jaén y Córdoba. Con los datos más recientes, referidos a 2022, en Granada la tasa de esta enfermedad se sitúa en 4,8 cuando en 2013 era de 5,8, aunque como destaca Ruiz el objetivo es que la tasa sea 0. La evolución temporal permite ver cómo en 2014 se experimentó una drástica subida las cifras granadinas, relajándose, aunque con altibajos en ejercicios anteriores.

El lado negativo que refleja la estadística es que aumentan los diagnósticos tardíos de VIH, que se sitúa en el 47,4% en la provincia mientras que hace una década era de 39%, una situación que se repite en casi toda Andalucía, con excepciones como Cádiz (que pasa del 52,1 al 37%). Finalmente, los datos muestran también cómo prácticamente la mitad de casos (45,4%) correspondían a relaciones sexuales entre hombres frente a un 18,7% que se contagiaron a través de relaciones heterosexuales. De forma casi residual, por debajo del 5%, quedan las relaciones sexuales “de causa desconocida” y los usuarios de drogas.

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