Provincia

Un pueblo, dos opciones y dos mil toneladas de basura al día

  • La creación de 300 puestos de trabajo supone un buen gancho para el proyecto de la planta de tratamiento de residuos que, sin embargo, no convence a todos

En una mano, las esperanzas laborales de, quizás, cientos de vecinos de la comarca, en la otra, la preservación de la belleza natural de la zona. La posible construcción de una planta de gasificación de plasma a cinco kilómetros de Huéscar tiene al municipio dividido entre los que apuestan por la instalación y los que no. De momento, el alcalde, Agustín Gallego (PSOE) está a la espera de recibir las conclusiones de varios informes para tomar la decisión final. El PP ya ha dejado muy clara su postura, un no rotundo.

Gallego aseguró ayer a este periódico que el único trámite formalizado hasta el momento fue la aprobación en pleno de un documento en el que se supeditaba la construcción de la planta a la preservación del entorno y de la salud de los vecinos. "Se hará siempre que no se genere ningún vertido tóxico, ni sólido, ni líquido ni gaseoso, que sea nocivo para el medio ambiente ni para las personas", insistió el regidor, que tachó al Partido Popular de oportunista y de buscar réditos electorales.

"En el pleno no nos comprometimos a nada, lo primero es ver que esto no es nocivo", reseñó Gallego, que confía en recibir próximamente nuevos informes que certifiquen que la planta -que tendría la capacidad de tratar una quinta parte de todos los residuos que se generan en Andalucía- es cien por cien segura. A favor de la propuesta están los 300 puestos de trabajo que, según la empresa promotora, Plasma System Group SL, crearía la infraestructura.

Sin embargo, para la portavoz del PP en el Ayuntamiento de Huéscar, Soledad Martínez, el alcalde no ha ido de cara con este peliagudo asunto, no ha informado a los vecinos ni tampoco ha tenido en cuenta que los efectos de la planta podrían afectar a otros municipios. "Hemos visto que es una planta de residuos de todo tipo, peligrosos y no peligrosos, que va contra el modelo de comarca que queremos", reseñó Martínez, que subrayó que "no entiendo que se le haya propuesto a Huéscar, cuando aquí hay muy malas comunicaciones y no hay industria", ni tampoco ve claro lo de los 300 trabajadores. "Sería una planta totalmente automatizada, y eso nos obliga a pensar que no habrá tantos empleos".

Además, acusó al equipo de gobierno local de no conocer la envergadura del proyecto ni las consecuencias colaterales que tendría, como "el paso de 150 camiones al día" para trasladar las dos mil toneladas de residuos que la planta sería capaz de tratar al día.

En medio de la disputa política, un pueblo, el de Huéscar, en el que no han faltado las muestras de repulsa al proyecto por parte de un grupo de ciudadanos, protestas que Agustín Gallego no entiende. "No puede alarmarse así a la población", asevera, convencido de que, con las condiciones de seguridad medioambiental que han impuesto al proyecto "una fábrica de churros" no podría subir la persiana.

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