ANDALUCÍA EN LA EXPOSICIÓN DE ZARAGOZA

Artista europeo universal

Marin Kasimir es de origen croata, tiene pasaporte austríaco, nació en Alemania (1957), está casado con una italiana y vive en Bélgica. Pero la etiqueta de europeo universal no arranca de ese caleidoscopio de nacionalidades, sino en sus ambiciones artísticas. Ha sido pintor, escultor y diseñado instalaciones antes de consagrarse a la fotografía en los años 80. La foto se ha convertido desde hace veinte años en el medio habitual de su actividad desbordante. Interesado en la transformación, en la combinación de lo deforme y confuso con lo regular y acabado, que ha dado lugar a una escuela artística, la anamorfosis; busca la rareza y la muestra de una manera espectacular. Actúa con el reflejo de la realidad, con su visión panorámica. No se queda en artificiales ejercicios de simulación. Es un arte especial, en el que afirma que utiliza muy poco el ordenador, pero sus fotos de 360 grados son un prodigio técnico.

Este artista ha creado obras de arte público en espacios urbanos y edificios oficiales en Issoudun (Francia), Amsterdam, París (a la entrada del Arco del Triunfo), La Haya (Ayuntamiento), Bruselas (estación de metro), Munich (Hypobank), etcétera. También ha realizado varios libros acordeón y reproducciones en pequeño formato de panoramas: Tuning Up (1994), Zoom in Turn Around (1995), From Here to Here (1998) y Envers du Passage (2000).

Su último libro acaba de ser presentado en la Exposición del Agua de Zaragoza y versa sobre las seis grandes muestras internacionales que se han celebrado en España, se llama Efímero y universal. Es el testimonio de ocho proyectos de modernización, utilizados para mostrar los grandes adelantos de la humanidad, situar las ciudades de Barcelona, Zaragoza y Sevilla en el mapa del mundo y renovar su equipamiento urbano. Están ahí la Barcelona de 1888, la ciudad de los prodigios de Eduardo Mendoza, que casi desapareció y se convirtió en un parque público; la Zaragoza de 1908, año en el que empezó a hablarse en Sevilla de hacer una gran exposición internacional hispano ultramarina, que finalmente fue la Exposición Iberoamericana del 29. El plan surgió a raíz de la celebración de la fiesta de España en Sevilla, conmemorativa del primer centenario de la Guerra de la Independencia. La obra repasa la Sevilla de 1929, que se conservó en gran parte; la Barcelona del mismo año, golpeada como Sevilla por el crack económico, que suele utilizarse como lugar de feria y visitarse entre otras cosas por el pabellón de Mies van der Rohe, el Museo Nacional de Cataluña y la vista de la ciudad. La Sevilla de 1992 “busca una nueva identidad, se derrumba y se reconstruye, pero los criterios de demolición de unos y de conservación de otros pabellones, incluso inutilizados, no son evidentes”, en opinión del artista.

En el libro, las partes más históricas aprovechan imágenes de archivo e incluso simples postales de época, a menudo compradas en los mercados especializados de objetos antiguos. La contraportada es una postal de la Exposición iberoamericana de Sevilla. Sin embargo, siempre se trata de una nueva imagen, una creación específica que muestra en 450 grados lo que aún existe, lo que desapareció o lo que cambió. Las imágenes panorámicas ofrecen una visión global, un enfoque diferente. Este libro, encargado por el pabellón francés en la Expoagua, es el segundo de un ambicioso proyecto, que empezó hace tres años en Aichi (Japón). Kasimir pretende recrear todas las exposiciones universales o internacionales desde la de Londres de 1851a Shanghai 2010.

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