Revista de Andalucía

El 'reggaeton' como compañero

  • El hip-hop, el funky y el reggaeton son los estilos musicales más escuchados por los jóvenes > Los profesores intentan que esta afición les sirva para expresarse

Tiene de todo. Ordenador, internet, DVD, televisor, mp3, móvil, radio, Nintendo DS y música, mucha música. “Sólo me falta un microondas”. Sara Arévalo podría vivir perfectamente en su dormitorio si no fuera porque tiene que salir para comer. Se trata de su particular feudo. Echa más horas en su dormitorio que en el resto de las habitaciones de su casa y, siempre con música de fondo. “El ordenador siempre está encendido descargando música de internet o reproduciendo canciones de Andy & Lucas, Niña Pastori o reggaeton, incluso hago los deberes con música porque me relaja”, confiesa esta gaditana de 17 años.

Desde hace mucho tiempo “hemos disfrutado de una de las creaciones más sanas, más bonitas y más limpias que ha inventado el hombre: la música”. Así definía este arte el compositor Beethoven, que aconsejaba “desconfíar de aquél que no le guste la música”.

Esta afición es aprovechada por psicólogos y pedagogos para que los jóvenes encuentren su identidad; un espacio donde puedan expresarse sin miedos. “Les pido que traigan su música, que suele ser hip-hop, funky y reggaeton, y a partir de ella, con instrumentos, el baile y la improvisación, sacan lo que llevan dentro”, explica Marta Calvo, miembro de la Asociación de Profesionales de Musicoterapia en Granada. “Los jóvenes se mueven por tribus. Buscan en la música una bandera para su grupo. Se identifican con la música aunque no saben qué significa, se dejan llevar por sus líderes”.

Los gustos varían con la edad. “El hip hop y el reggaeton destacan entre los adolescentes de 14 a 18 años, mientras que el rock y la música electrónica suelen escucharla los mayores de 18”, comenta el psicólogo Bruno Moioli. “No es un tópico que la música provoque estados de ánimos. La música es un estímulo, es una vibración en nuestro cuerpo”.

Se ha escrito mucho sobre los efectos positivos de la música en los adolescentes. Afirman que estimula la creatividad, favorece la expresión, contribuye a transmitir valores culturales y mejora el desarrollo intelectual y social. Lo cierto es que la música está presente desde que nacemos con las nanas que las abuelas y madres cantan suavemente a los bebés. De hecho, existen expertos que aconsejan estimular el vientre de las madres embarazadas con sonidos agradables, incluso, existen obras especiales.

Pero los jóvenes no sólo escuchan hip- hop y reggaeton. En el instituto trabajan otros estilos como la música clásica, aunque en un primer momento la rechazan de pleno. “Mi misión es ofrecerles toda la gama musical que existe y una vez que la hayan escuchado que decidan cuál es el estilo que más les gusta”, explica Belén Sánchez, profesora de música del IES Sierra Almenara de Guadiaro, San Roque. “En la vida escucharían por sí mismos a Frank Sinatra o a Little Richard y, sin embargo, a mis alumnos les encanta su canción Tutti Frutti”, continúa. “Sus preferencias también dependen de lo que escuchen en casa. Si su padre es muy heavy, el niño escuchará esa música. Por eso hay tantas pantojitas, como yo digo”.

La sevillana Laura Pascual escucha música desde que se levanta hasta que se acuesta, aunque sus gustos son bien diferentes. “Por la mañana enciendo la radio y mientras que me ducho y me arreglo para ir a la facultad pongo Los 40 principales, Integración Radio o Cadena Dial. Luego, en la bici, me coloco mi mp3 y escucho Los Piratas, Marea, Extremoduro o Violadores de Verso. De todo menos flamenquito”. “Me identifico mucho con los grupos que escucho, con sus letras”, admite Laura, que tiene un póster de Eminem en su cuarto.

La venta de CD ha bajado considerablemente entre los jóvenes. Éstos prefieren descargar canciones sueltas de internet o intercambiarlas con sus compañeros por el messenger como si de unos cromos se tratase. “La última vez que me regalaron un CD fue en octubre de 2006, en mi cumpleaños, comenta Laura Pasual. Por otro lado, la popularización de los mp3, el uso de auriculares y el elevado sonido que alcanzan acarrea un riesgo real de pérdida progresiva de la audición. Pero los adolescentes parten con una ventaja: los jóvenes pueden percibir zumbidos con una frecuencia de hasta 20 kilohercios, mientras que a partir de los 30 años, la frecuencia perceptible llega sólo hasta los 10 ó 12 kilohercios.

Para gustos, la música. Ni siquiera Napoleón, con su idea de que “la música es el ruido menos desagradable”, ha conseguido parar este fenómeno de masas que mueve a pequeños y  mayores.

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