SEMANA SANTA

Los otros rostros de la pasión

  • En la ciudad cordobesa de Puente Genil, la fiesta se vive de una forma muy peculiar. Originales son también sus figuras bíblicas, que desde el siglo XVI escenifican pasajes del Viejo y el Nuevo Testamento

Puente Genil, en la Campiña Sur cordobesa, se ha convertido por méritos propios en un referente de la Semana Santa andaluza, sobre todo por su singularidad, ya que rompe con el prototipo habitual de esta celebración religiosa. Y es que en tierras pontanas los pasos no desfilan en solitario, sino acompañados de unas figuras –denominadas rostrillos en la jerga de la ciudad– que escenifican pasajes del Nuevo y Viejo Testamento. Las encargadas de organizar a estas peculiares figuras son las corporaciones bíblicas, una especie de asociaciones cívico-religiosas y culturales sobre la que gira gran parte de la actividad cuaresmal pontanense.

Se tiene conocimiento de la existencia de las corporaciones desde el siglo XVI. En ellas prima la convivencia entre sus miembros, que se reúnen en torno a sus casas cuarteles, verdaderos centros de confraternización y encuentro, de formación y arte, donde la poesía y las cuarteleras, que son saetas con melodía de origen árabe cantadas entre dos hermanos y referentes a pasajes bíblicos, se mezclan con otro de los elementos sin el que sería imposible entender la Semana Santa de Puente Genil: el vino. El zumo de uva de Montilla-Moriles está ligado desde hace más de 300 años a esta celebración, como queriendo recordar la Última Cena.

Desde hoy, casi todas las procesiones están acompañadas por figuras bíblicas en los desfiles, principalmente el Viernes Santo, día en el que sale a la calle Jesús Nazareno –conocido como El Terrible– y en el que las corporaciones rinden su tributo al patrón de Puente Genil en el acto de las Reverencias.

Sin embargo, la fiesta de la Resurrección es el gran día para las más de 400 figuras que existen en Puente Genil. En riguroso orden, todas ellas participan en un desfile triunfal por las calles de la ciudad que congrega a miles de visitantes de todo el país. La avenida de La Matallana se convierte así en un inmenso escenario en el que las corporaciones ponen el punto y final a una festividad sobre la que gira gran parte de la vida social de Puente Genil durante todo el año.

Pero la singularidad de la Semana Santa pontana no acaba ahí, puesto que goza también de unos códigos lingüísticos propios y genuinos. De hecho, los lugareños denominan a la fiesta como la Mananta, que es la contracción de las palabras Semana Santa. Su uso se ha generalizado hasta el punto de que la fiesta cuenta con un espacio público que se denomina Plaza de la Mananta y entre los reconocimientos que las cofradías conceden a las personalidades más destacadas de la localidad está el de Manantero Ejemplar. Los mananteros están familiarizados con otros vocablos, habituales entre ellos en estos días pero desconocidos para el visitante. Así, en las largas noches de confraternización en los cuarteles, es la alpatana –persona que sirve el vino– el que comparte una uvita –un trago de vino– con los hermanos, que sortean cada año quien lleva el rostrillo –la careta de la figura bíblica– y quién rebatea –acción que ejerce el capirote que acompaña al rostrillo con el fin de cuidar sus ropajes y guiarle en su trayectoria en el desfile–. Cada figura porta en sus manos un martirio, como símbolo del pasaje bíblico que escenifica.

En Puente Genil abre cada procesión el muñidor, una persona que no cesa de tocar una campana como señal de aviso de que la cofradía está ya en la calle.En la Mananta, la música es otro elemento obligado. A la lista de agrupaciones musicales de la ciudad se une, sobre todo por su escenografía, la del Imperio Romano, una de las corporaciones con más solera, que desfila siguiendo los cánones militares y que se incorpora a las procesiones –incluso en sentido inverso al recorrido en ocasiones– con gran vistosidad y al son de los clásicos pasodobles de su banda de música. Sólo la noche del Viernes Santo salen con penachos negros en sus cascos en señal de luto por la muerte de Jesús. Durante la cuaresma, esta corporación participa en los Sábados de Romanos, actividad en la que los hermanos suben hasta la iglesia del Calvario siguiendo los sones de su banda para honrar al Nazareno. El mismo ritual de los sábados de cuaresma sigue la agrupación musical de Los Ataos, otra de las corporaciones sin la que sería casi imposible comprender la Semana Santa pontana. Los Apóstoles, Los Jetones o Los Testigos Falsos conforman un largo listado de corporaciones bíblicas que han hecho de Puente Genil una ciudad en la que la Pasión se vive de forma diferente, de manera casi inexplicable para los semanasanteros más puristas, pero que ha colocado a esta localidad cordobesa en la historia, con mayúsculas, de la Semana Santa de Andalucía.

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