Salud y Bienestar

La vitamina D podría influir en el riesgo de demencia

  • Un estudio relaciona los niveles bajos en sangre de este elemento con la pérdida de capacidades cognitivas

Quizás exista una relación entre la presencia de niveles bajos de vitamina D en sangre y un mayor riesgo de padecer demencia. Al menos, un trabajo realizado por investigadores británicos en una muestra representativa de pacientes apunta hacia esa posibilidad. Los científicos han medido los niveles en sangre de la vitamina D en una muestra representativa de 1.766 personas mayores de 65 años y se evaluó su capacidad cognitiva con un cuestionario ampliamente utilizado para la evaluación del riesgo de demencia. Alrededor del 12% presentaron funciones mentales alteradas, y los niveles más bajos de vitamina D. En comparación con los que presentaban las concentraciones séricas más altas de vitamina D, presentaron 2,3 veces más probabilidades de verse afectados, incluso después de ajustar estadísticamente la edad, el sexo, la educación y el origen étnico. Los hombres mostraron esta tendencia de un modo más evidente que las mujeres. "La causa de la demencia no es la deficiencia de vitamina D", explicó a The New York Times David Llewellyn, investigador de la Universidad de Cambridge y el autor principal del estudio publicado en Journal of Geriatric Psychology and Neurology. Según este trabajo, los receptores de vitamina D están presentes en una gran variedad de células, incluyendo las neuronas y las células gliales asociadas a ellas. Esto habría sugerido a los autores que esta vitamina puede desempeñar un papel en el desarrollo del cerebro y la protección de las neuronas.

Hasta el momento se conocía su papel fundamental en la absorción del calcio y su paso a los huesos. Por eso, el déficit de vitamina D se relaciona con la osteoporosis o el raquitismo, enfermedad caracterizada por la deformidad de la estructura ósea. Es una vitamina que el cuerpo humano obtiene bien de los alimentos o bien a través de la luz solar. Los aceites de pescado, como el aceite de hígado de bacalao, los pescados grasos (como el arenque, salmón, sardinas y atún), el hígado de pescado y la yema de los huevos son alimentos ricos en vitamina D. Las setas y hongos también. En algunos países, anglosajones especialmente, se enriquece la leche con vitamina D por ley.

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