San Fernando

Cierra el convento de Capuchinas

  • Las cuatro últimas monjas de clausura que quedaban en el monasterio abandonan La Isla entre aplausos y muestras de afecto

Aferrada a una estampa del Nazareno de La Isla a la que no paraba de dar besos y abrumada por las continuas muestras de afecto de la gente, sor María Jesús Moreno abandonó a mediodía de ayer el convento de la calle Constructora Naval. Fue la última en salir. Con ella, la historia de las capuchinas en La Isla -una historia de 128 años- llegó ayer a su término.

El adiós -anunciado y aplazado, temido y lamentado desde hace año y medio- fue esta vez definitivo. Visiblemente emocionadas -entre lágrimas y aplausos, besos y abrazos- las cuatro últimas capuchinas de La Isla abandonaron la que ha sido su casa durante casi toda su vida para trasladarse a la sede que esta misma congregación tiene en la vecina localidad de El Puerto de Santa María, tal y como estaba previsto desde hace tiempo.

La emblemática capilla se cerró tras la misa que se celebró a primera hora

Lo hicieron bien arropadas, rodeadas de gente que les ayudó con el transporte y con sus cosas, de isleños en su mayoría cercanos a esta comunidad que se empeñaron hasta el último momento en hacerles ver que importaban y que su marcha dolía. Y -así lo hizo sor María del Carmen Fernández, la más joven de las cuatro religiosas- con palabras de agradecimiento ante las muestras de afecto recibidas. Sor Inmaculada Crespo -que durante más de cuarenta años fue la superiora del convento- y sor Pilar Hinojosa tampoco pudieron zafarse de los abrazos y de los gestos de cariño al montarse en el coche que las llevó a su nuevo convento. Fueron, por cierto, las primeras en salir.

Irremediablemente, con su partida La Isla se desprendió de una comunidad de clausura que ha sido parte indiscutible de su identidad durante el siglo XX y que incluso en 2005 fue distinguida con la medalla de la ciudad, un reconocimiento que puso de manifiesto esa estrecha vinculación que existe entre las capuchinas y San Fernando, que se hace mucho más palpable en la relación que mantiene con algunas hermandades como Medinaceli, cofradía que por cierto ha sido uno de los principales apoyos que ha tenido la comunidad en este último capítulo de su historia en San Fernando.

Ayer, a mediodía, el convento cerró definitivamente sus puertas. La Isla perdió además otra de sus históricas capillas. Y de las más emblemáticas. Las luces se apagaron y se echó la llave tras la misa que se celebró a primera hora de la mañana. Aunque los planes del Obispado -eso ha dicho en un comunicado lanzado esta semana en medio del revuelo que ha ocasionado la marcha de las cuatro religiosas octogenarias- pasan por trasladar y realojar en estas dependencias a una nueva congregación religiosa para que el convento isleño siga teniendo el mismo uso y siga activo.

La marcha de las capuchinas de La Isla se barajaba desde hacía al menos dos años ante la avanzada edad de las cuatro religiosas que quedaban y la ausencia de nuevas vocaciones. El pasado verano, no obstante, la Santa Sede confirmó por decreto la clausura de este monasterio autónomo, que finalmente se ha llevado a cabo ahora.

La partida se planteó inicialmente para la jornada del pasado martes, en la que incluso se llegaron a congregar decenas de isleños para despedirse de las monjas capuchinas. Sin embargo, la marcha se aplazó un día más a la espera de que la congregación y sus asesores legales completaran definitivamente con el Obispado los trámites y la firma para la disolución del convento, pasos que terminaron de darse ayer mismo por la mañana.

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