Semana Santa

Patatas asadas para llenar el estómago entre procesiones

Los días de Semana Santa no sólo de procesiones vive el hombre. Estos días, en los que la práctica habitual es seguir las salidas y regresos de las cofradías, la posibilidad de encontrar un tentempié es básica y necesaria. Y para el arte culinario también hay costumbres y tradiciones. Las patatas asadas son las reinas de las fiestas y en Semana Santa no iban a ser menos.

Por distintos puntos de la ciudad y en casi todas las esquinas del centro se instalan puestos de patatas que solas o con guarnición hacen las delicias del cofrade y del visitante.

Las patatas deben de ser medianas y todas del mismo tamaño. Para servirlas, se envuelven en papel de aluminio y se comen directamente con cuchara apretándolas bien con las manos.

Enriqueta Cebrián es una más de las vendedoras que se instalan en las calles vendiendo patatas asadas durante la Semana Santa.

Se pueden comer con pimienta y sal, la forma tradicional, o con guarnición de jamón, mahonesa, queso rallado, atún, zanahoria o maíz. "La gente ama las patatas. Gustan mucho. Son simples pero muy sabrosas. Ahora las que más se venden son las que llevan guarnición", indica Enriqueta.

El precio es asequible. Si se opta por la patata simple (sal y pimienta) cuesta 2,50 euros y si se quiere algún condimento que acompañe el precio sube un euro más.

Pueden ser un postre o como plato principal, pero lo que está claro es que es una comida barata para tiempos de crisis y además una opción saludable. "Llevo cuarenta años viniendo a vender patatas. Estoy aquí desde las cinco de la tarde hasta la medianoche todos los días".

"No se decir una media de cuántas patatas vendo, pero el fin de semana es cuando más gente viene". Esta vendedora no tiene otra ocupación, sólo vende patatas: "He fijado este lugar desde hace mucho tiempo, la gente ya me conoce. No se trataba de tradición familiar pero también voy a enseñar a mis hijos".

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