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Patrimonio
  • En la localidad de Villanueva del Río y Minas, sus ruina suponen un gran atractivo patrimonial de la provincia que todavía es desconocido para la mayoría

Munigua: la espectacular ciudad romana a una hora de Sevilla

Las vistas aéreas de Munigua. / Antonio Pizarro

Un lugar impresionante que hay que descubrir. La provincia de Sevilla cuenta con importantes vestigios de época romana, el principal de ellos la ciudad de Itálica, que aspira a convertirse próximamente en Patrimonio de la Humanidad. Pero a poco más de 50 kilómetros de la capital espera a ser descubierto por la mayoría de los ciudadanos la antigua ciudad de Munigua. Se trata de un importante yacimiento arqueológico de época romana a apenas ocho kilómetros de la localidad de Villanueva del Río y Minas, en las primeras estribaciones de la Sierra Morena sevillana. Allí se conservan vestigios del foro, casas, las termas, templos, una necrópolis, la muralla o el espectacular santuario de la terrazas, que domina la ciudad desde lo alto de una colina.

La ciudad de Munigua o Mulva se encuentra a poco más de una hora de la capital. Fue levantada entre las primeras colinas de la Sierra Morena sevillana para la explotación de las minas de cobre y hierro de la zona. Aunque la distancia con Sevilla es cercana, el acceso a este enclave arqueológico conlleva su tiempo. Una vez se llega a Villanueva del Río y Minas hay que atravesar el pueblo, pintoresco ya de por sí y que merece una visita. Antes de abandonar la localidad, el visitante tendrá la oportunidad de divisar el lago, a pocos metros del puente de Hierro sobre el Rivera del Huéznar. El lago está ocupando el hueco de extracción de una antigua explotación minera a cielo abierto y se llenó con agua subterránea una vez abandonada esta actividad no hace muchos años.

El lugar donde se levantaba el foro. El lugar donde se levantaba el foro.

El lugar donde se levantaba el foro. / Antonio Pizarro

El recorrido hacia Munigua comienza en la estación de tren. A pocos metros se inicia un recorrido sin asfaltar, en malas condiciones, por el que apenas cabe un coche, pero que está bien señalizado, aunque lo más cómodo es dejarse guiar por el GPS. El camino es lento, pero discurre entre un paisaje de bosque mediterráneo y en paralelo a la antigua vía que conecta la capital con las localidades serranas, que hay cruzar con precaución puesto que sigue en uso. Los casi seis kilómetros de trayecto se hacen en una media hora por lo que hay que tener paciencia. Otra opción es optar por la bicicleta o realizarlo andando. Transcurrido ese tiempo se llega a la zona de aparcamiento para acceder al enclave. Munigua se encuentra en la Cañada Real del Pedroso, en el interior de una finca privada, y no está permitido el acceso de vehículos.

Imagen a vista de dron del enclave. Imagen a vista de dron del enclave.

Imagen a vista de dron del enclave. / Antonio Pizarro

Hay que abrir el cancel de la finca para acceder al camino y no olvidar cerrarlo, puesto que hay numeroso ganado bravo. El camino discurre en su inicio bajo la atenta mirada de reses bravas en libertad, pero si no se las molesta, no tendrá problemas. El sendero de 2,5 kilómetros le llevará directamente hasta el yacimiento no sin antes pasar por algunas explotaciones ganaderas. Cuando divise en lontananza el fastuoso Santuario de Terrazas sobre la colina sabrá que apenas le quedan unos pocos metros para llegar.

El Santuario de Terrazas con sus contrafuertes. El Santuario de Terrazas con sus contrafuertes.

El Santuario de Terrazas con sus contrafuertes. / Antonio Pizarro

A pesar de la pequeñas dificultades, el número de visitantes de Munigua no para de crecer. En 2019 fueron 8.796 personas (con una subida del 33% con respecto al año anterior). Este año, hasta julio, ya habían pasado por el enclave 3.575 personas, un número importante teniendo en cuenta que no estuvo abierto entre el 14 de marzo y el 10 de junio por el estado de alarma.

Restos de los edificios del foro. Restos de los edificios del foro.

Restos de los edificios del foro. / Antonio Pizarro

Probablemente lo que más llame la atención al visitante es cómo, aparentemente en un lugar de difícil acceso, se conserva una ciudad romana con bastantes atractivos y en relativo buen estado de conservación. Probablemente este aislamiento sea la causa de que se conserve correctamente. La ciudad fue descubierta en 1765 por dos investigadores de la Academia de Buenas Letras de Sevilla que, ya entonces, lo identificaron correctamente como un santuario, aunque la tradición popular la sigue llamando Castillo de Mulva. Con posterioridad estos restos cayeron en el olvido, hasta que en 1957 volvieron a ser estudiados por el Instituto Arqueológico Alemán de Madrid.

Las termas de la ciudad. Las termas de la ciudad.

Las termas de la ciudad. / Antonio Pizarro

El esplendor de la ciudad

La historia de Munigua está documentada desde el siglo IV antes de Cristo y se prolonga hasta, al menos, época almohade (siglo XII). El periodo de máximo esplendor va desde el último tercio del siglo I d. C. a finales del siglo III. La mayoría de los edificios civiles y religiosos de la ciudad, entre los que destacan el Santuario, corresponden al último tercio del siglo I. Este auge constructivo se atribuye principalmente al cambio de estatus jurídico que experimenta Munigua. El emperador Vespasiano (69-79 d.C) les concede el derecho latino y eleva la ciudad a la condición de municipio, con todo lo que ello representa desde el punto de vista administrativo.

El pequeño templete dedicado a Mercurio. El pequeño templete dedicado a Mercurio.

El pequeño templete dedicado a Mercurio. / Antonio Pizarro

Esta relación con el Imperio romano queda reflejada en la placa de bronce, tessera de hospitalidad, que los muniguenses realizan con Augusto a través de cuestor Sexto Curvio Silvino. Gracias a este documento y por medio del toponímico que en él se menciona, se conoce el nombre de la ciudad Municipio Flavio Muniguense.

El emperador Vespasiano (69-79 d.C) les concede el derecho latino y eleva la ciudad a la condición de municipio

Fruto de este reconocimiento, la ciudad vive una auténticas revolución urbanística. Se construyen nuevos edificios, como el Santuario de Terrazas, el foro, el Templo de Podio o la Aedícula de Mercurio. También se añaden nuevas salas a las termas y se completa la muralla con nuevos tramos. El Santuario de Terrazas es la construcción más importante. Para levantarlo se derribó un poblado ibérico anterior, del que aún quedan algunas cimentaciones. El santuario estaría vinculado a la diosa Fortuna y a Hércules, como atestiguan algunas inscripciones. Originalmente estuvo revestido de placas de mármol de varias tonalidades. El conjunto fue restaurado en los años 80. Las termas se encuentran en un buen estado de conservación. Fechadas en la segunda mitad del siglo I, es donde se han llamado el mayor número de fragmento de estatuas. También conservan pinturas murales.

Los restos de Munigua, con el santuario dedicado a diosa Fortuna y a Hércules en primer plano. Los restos de Munigua, con el santuario dedicado a diosa Fortuna y a Hércules en primer plano.

Los restos de Munigua, con el santuario dedicado a diosa Fortuna y a Hércules en primer plano. / Antonio Pizarro

Hasta el momento se han excavado siete casas en el enclave. la número, la mayor en dimensiones, tenía una superficie de 500 m2 y albergó hasta 22 habitaciones. Todas tendrían dos plantas y alguna, como la número 2 junto al foro, contaba con un bajo comercial. En algunas de estas construcciones todavía se pueden ver sus muros de dos metros de altura.

Durante las diferentes campañas de excavación se han recuperado 45 esculturas de gran calidad y más de 150 piezas de terracota, la mayor parte procedentes de los ajuares funerarios. Hasta el momento, se han excavado 170 tumbas en la necrópolis que rodea la ciudad.

Munigua, en las primeras estribaciones de la Sierra Morena sevillana. Munigua, en las primeras estribaciones de la Sierra Morena sevillana.

Munigua, en las primeras estribaciones de la Sierra Morena sevillana. / Antonio Pizarro

El declive de la ciudad

Un estudio realizado por el Instituto Geológico y Minero de España (IGME) e investigadores de las universidades Autónoma de Madrid, de Alcalá de Henares, de Salamanca, Politécnica de Madrid y de Sevilla, refuerza la hipótesis de que Munigua sufrió un movimiento sísmico en un marco temporal que coincidiría con el inicio de su declive. Los autores de este trabajo señalan que las excavaciones acometidas en los últimos 40 años “parecen indicar un evento sísmico que afectó al asentamiento en la segunda mitad del siglo III”, extremo defendido por el arqueólogo alemán Thomas Schattner, especialmente ligado a las campañas de investigación desplegadas en el enclave.

Este movimiento sísmico habría acontecido “coincidiendo aproximadamente con el inicio del periodo de declive económico” de la ciudad, según la tesis de Schattner. Al respecto, estos investigadores precisan que si bien “en el yacimiento son visibles numerosas estructuras deformadas susceptibles de haber sufrido un evento sísmico”, lo cierto es que “estas deformaciones pueden haber sido producidas por otros procesos naturales” como por ejemplo “deslizamientos” de tierras, sobre todo teniendo en cuenta que parte de la ciudad fue construida en terrazas, sobre la ladera de la colina.

Subida a uno de los edificios que quedan en pie. Subida a uno de los edificios que quedan en pie.

Subida a uno de los edificios que quedan en pie. / Antonio Pizarro

Los resultados del estudio, según concluyen los autores del mismo, “permiten apoyar la hipótesis de un evento sísmico que afectó al asentamiento”, toda vez que aunque “con el estudio preliminar realizado no se puede establecer la edad de las deformaciones, la mayor parte de los daños analizados en la zona baja de la ciudad están datados arqueológicamente hacia finales del siglo III”, es decir, en el mismo momento que se inicia el declive de la ciudad.

El yacimiento de Munigua se puede visitar de miércoles a domingo, de 10:00 a 14:00. La entrada es gratuita.

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