Sevilla | deportivo · la crónica

Campeón de los demás

  • Objetivo cumplido El Sevilla de Jiménez provoca la felicidad de los suyos al acabar la Liga en la tercera plaza al ganar al Deportivo Estallido Nervión explotó de júbilo con un gol de Perotti en el último minuto

Objetivo cumplido, y con nota, para el Sevilla Fútbol Club, para José María del Nido, para Monchi, para Manolo Jiménez, para Kanoute y el resto de los futbolistas, y para los miles y miles de aficionados que profesan la fe balompédica blanquirroja. Un gol de Perotti en el último minuto, como mandan los cánones de las grandes alegrías en este bendito deporte, le dio validez al pasaporte sevillista para disputar la próxima edición de la Liga de Campeones. Cierto que era la meta, pero que nadie ose a poner en cuestión el método para llegar hasta ella, pues el sobresaliente en la competición liguera ha sido total, ya que ni siquiera hará falta la disputa de la inquietante fase previa en el periodo veraniego.

Ahora comenzará el tiempo de los debates, o para ser más preciso continuará, pues en el entorno del Sevilla no se es nadie si no se toma un posicionamiento a favor o en contra de la figura de Manolo Jiménez como entrenador. Pues bien, desde el respeto a todas las opiniones, habrá algo que no admita la más mínima duda: el Sevilla es el campeón de la Liga de los demás, del torneo que no han disputado el extraordinario Barcelona de Guardiola, que ha jugado al balón como nadie desde que el fútbol es fútbol, o el eficaz Real Madrid de Juande, capaz de llevarse hasta diecisiete jornadas consecutivas ganando sus partidos. Ya nadie podrá alcanzar en la tercera plaza al conjunto sevillista, al equipo que ha puesto en liza una semana sí y otra también Manolo Jiménez.

Es una visión global del asunto cuando, ahora sí, ha llegado el momento de hacer análisis, no de desmenuzar un partido concreto. Pero también conviene diseccionar este choque entre Sevilla y Deportivo que le provocaría a más de uno una taquicardia por la incertidumbre que tuvo en todo momento el litigio. Porque el sufrimiento fue total para los nervionenses mientras iban llegando noticias procedentes de Bilbao con los goles de Forlán, aunque había reservada una sorpresa para el final.

Y ésta llegó a través de un pase de Adriano hacia las espaldas de la zaga deportivista para que entrara por allí Perotti, tal vez en fuera de juego, aunque qué más da a estas alturas. Recuerdan aquella frase de "quiero ganar, aunque sea de penalti injusto en el último minuto". Pues eso. El novato argentino, el hombre por el que apostó Jiménez en el ecuador del ejercicio, o tampoco esto es verdad, se encargó de ponerle la rúbrica para que todo el sevillismo se olvidara de las rencillas y explotara al unísono de júbilo por el logro que había conseguido su equipo.

Era el epílogo perfecto no ya para este partido sino para una temporada entera. El debutante surgía de la nada para hacer feliz a miles de sevillistas, entre los que, por supuesto, cabe incluir a Manolo Jiménez, su principal avalista en una iniciativa que no era compartida por todos dentro del propio club nervionense. Se desatascaba de esta manera un partido que había sido bastante equilibrado, entre otras cosas porque la tensión fue máxima.

Ni Sevilla ni Deportivo, pese a que ambos necesitaban el triunfo y apenas les valía el empate, sobre todo a los gallegos, se habían impuesto al rival, salvo algunas excepciones. Concretamente, fue un periodo de unos veinte minutos apenas iniciarse el segundo tiempo. Ahí, coincidiendo con la entrada de Perotti por Diego Capel, los locales pisaron a fondo el acelerador y fueron capaces de encerrar en su área al ordenado conjunto de Lotina. Entonces sí apretó el Sevilla y hasta se produjeron varias ocasiones claras de gol para que éste se hubiera puesto por delante. La más clara correspondió a Duscher, quien no pudo eludir la salida de Aranzubia, pero también pudo anotar Luis Fabiano en un remate de cabeza que acabó en el poste previa intervención del portero.

Fueron unos instantes en los que se impuso el Sevilla, tal vez los únicos en los que uno de los dos conjuntos fue capaz de dar el paso adelante para sacar al rival del campo. El resto fue un pulso en lo más alto sin dominador claro. Y eso que Jiménez puso en el campo a todo lo que tenía, con esos dos delanteros y dos extremos que tanto le reclamó el entorno el pasado domingo e incluso Adriano en el lateral derecho. Pero eso sólo sirvió para que existiera una superioridad gallega en el centro del campo hasta la entrada de Perotti para ayudar ahí. Pero eso, a estas alturas, son análisis en pasado, ahora lo único importante es que el Sevilla, el de Jiménez, acabó como campeón de la Liga de los demás.

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