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La confianza intrínseca y la adquirida

  • Jesús Navas y Negredo están llamados a liderar el gran asalto al Barça, una proeza ya lejana en el tiempo. El extremo intimida por su estado y el delantero gana tranquilidad con sus goles.

Hace mucho tiempo que el Sevilla no le gana al Barcelona en el Sánchez-Pizjuán un partido de Liga. En otra competición no tanto, dado que el 14 de agosto de 2010 el equipo campeón de Copa que dirigía Álvarez logró un 3-1 que luego sería corto en el Camp Nou, donde se quedó la Supercopa de España. Pero en el torneo liguero hay que retrotraerse hasta los mágicos 2006 y 2007, cuando el equipo de Juande Ramos ganó dos años seguidos al Barcelona. Cinco años después, el momento anímico y la trayectoria con el que llegan los de Míchel imprimen una sensación por Nervión de que ya ha llegado la hora de volver a sonreír. Para ello, Míchel cuenta con sus dos estrellas, Jesús Navas y Negredo. El primero transmite una confianza tremenda. El segundo la va adquiriendo con sus goles.

Jesús Navas realizó en Riazor uno de los partidos más completos que se le recuerdan. El extremo de Los Palacios transmite una seguridad en sí mismo enorme. En contraste, Negredo deja algunas dudas sobre su rendimiento, pero el gol que marcó al Deportivo, después de varios intentos frustrados que llegaron a desesperarlo, sumado a los del Getafe y el Granada deben darle el respaldo necesario para elevar su voz con firmeza. Porque el Sevilla necesita a sus estrellas para el gran asalto al Barça. Sin ellos, sería imposible repetir la proeza de hace un lustro.

Descubrir ahora a Jesús Navas es jugar a favor de corriente, pero sí hay que poner el acento en que, en buena medida gracias a los consejos de Míchel y Víctor en los entrenamientos, su juego cada vez parece más maduro. Su velocidad, su entendimiento con Cicinho, como en la jugada del gol de Negredo en La Coruña, su capacidad para percutir una y otra vez, en ataques estáticos y en contragolpes, y su cada vez mayor participación en el juego por dentro, dejando espacio a las subidas del lateral, le están dando otra dimensión a la siempre prolífica productividad ofensiva del incansable extremo. El carrerón por la izquierda dejando atrás a un perro viejo como Manuel Pablo es el mejor ejemplo de lo intimidatorio que puede llegar a ser.

El palaciego es uno de los cuatro futbolistas que han completado los cinco partidos y sus 450 minutos, junto a Cicinho, Fernando Navarro y Medel. Negredo forma parte de los otros cuatro que han jugado como titulares todos los partidos, pero han sido sustituidos alguna vez, como Spahic, Rakitic y Trochowski. Curiosamente, el vallecano ha sido suplido las dos veces en casa y con el marcador a favor, tras desempeñar su tarea.

Todos ellos saltarán al césped el sábado junto a Maduro, la nueva piedra angular, Botía y Palop. Míchel ha dado con un equipo solvente y fiable y no parece que vaya a cambiarlo precisamente ante el Barcelona, que siempre requiere la mejor versión de cada jugador.

Pese a la incierta sensación que transmite, Negredo está en sus números habituales. Ha marcado en tres partidos y de tres formas distintas: de penalti al Getafe, de cabeza al Granada y con la izquierda sobre la marcha en La Coruña. Dos de la tres veces acabó con triunfo para su equipo. Además, está siendo muy participativo, si bien a veces no luce su brega con los centrales contrarios y en otras ocasiones parece no encontrar el sitio adecuado. Pero siempre está ofreciéndose y yendo a todos los desmarques posibles, aunque tenga demasiado espacio alrededor que cubrir.

Como buen delantero, el vallecano varía sus sensaciones con el gol y ahora tiene el respaldo de saber que si marca, el Sevilla se acerca a ganar. Un magnífico estímulo que no debe convertir en obcecación. Enfrente estará un Barcelona que ansía igualar los arranques triunfales de Louis van Gaal, en la 97-98, y Pep Guardiola, en la 09-10, aquella temporada en la que Nervión disfrutó de su último triunfo sobre los azulgrana, aunque fuera con una épica derrota por 0-1 en la vuelta de los octavos de final de la Copa que ganaría en el Camp Nou. Se presenta otra ocasión y Jesús Navas y Negredo abanderan la esperanza sevillista.

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