Sociedad

El caso de la joven de Burgos vuelve a poner de actualidad los exorcismos

  • El problema de la joven comenzó en 2012 a raíz de un cuadro de ansiedad y nerviosismo provocado por una anorexia, y que los padres interpretaron como posesión diabólica.

El reciente exorcismo al que ha sido sometida una joven de Burgos -trece sesiones en una iglesia conventual de Valladolid a cargo de un sacerdote especialista y autorizado- ha devuelto a la actualidad una práctica reconocida en el Derecho Canónico y concebida como un derecho de los fieles. El código canónico, en este punto, "exige que el exorcista sea nombrado por el obispo y que valore la oportunidad de hacerlo", explica el Arzobispado de Burgos a través de una nota informativa emitida el pasado viernes para puntualizar aspectos sobre este caso que, desde el pasado agosto, investiga bajo secreto de sumario un juzgado de Burgos.

Un grupo de familiares de la joven -actualmente en silla de ruedas tras un intento de suicidio en septiembre de 2013- ha denunciado ante el Juzgado de Instrucción número 2 de Burgos esta situación para reconducir y tratar adecuadamente el problema, al parecer sobrevenido en 2012 a raíz de un cuadro de ansiedad y nerviosismo presuntamente provocado por una anorexia, y que los progenitores supuestamente interpretaron como posesión diabólica. La jueza titular, María Dolores Fresco, investiga un posible delito de maltrato en el ámbito familiar contra la menor que esta semana ha alcanzado la mayoría de edad, pese a lo cual la Junta de Castilla y León mantiene la tutela que asumió a raíz de la denuncia, para no perjudicar su evolución, han informado fuentes de la administración autonómica.

El intento de suicidio de la joven "no ha sido consecuencia de los exorcismos practicados", ya que la decisión de llevar a su hija a un especialista religioso en Valladolid "fue bastante posterior" a esa pretensión fallida de quitarse la vida, aclara el Arzobispado de Burgos.

La joven, entonces menor de edad, permaneció ingresada en un hospital de Burgos, también en la Unidad de Psiquiatría del Hospital Clínico de Valladolid para combatir la anorexia, pero finalmente los padres, por su propia voluntad, decidieron recurrir al exorcismo, según desveló la pasada semana el rotativo Diario de Burgos y confirmó este viernes el Arzobispado de Burgos mediante esa nota. Las sesiones comenzaron en abril "y concluyeron en junio de este año con el convencimiento de sus padres de que estaba sanada", añade el comunicado.

Fueron practicadas en la iglesia conventual del Real Monasterio de San Joaquín y Santa Ana, en pleno centro histórico de Valladolid, conocido por custodiar varias pinturas de Francisco de Goya y por albergar la cofradía del Santo Entierro, de donde parte una de las procesiones más populares y dramáticas de la Semana Santa de esta capital, con un yacente labrado por Gregorio Fernández. La Archidiócesis de Valladolid dispone de uno de los escasos curas especializados en este ritual, una facultad que exclusivamente compete al sacramento del sacerdocio y que consiste en una oración.

Revestido con alba y estola morada, el exorcista entona unas oraciones antes de conminar al diablo a que abandone el cuerpo de la persona que posee, a veces con un crucifijo para reforzar la exigencia y como testimonio de fe. La posesión diabólica sólo se manifiesta en momentos muy puntuales, en personas completamente normales y a veces durante mucho tiempo, explicó hace dos años en Valladolid el sacerdote y exorcista José Antonio Fortea, durante una conferencia divulgativa sobre este tema. La Iglesia no dispone ni de cursos de formación ni estructura específicas para adiestrar a los luchadores contra el diablo, pese a lo cual existen reuniones internacionales para unificar y coordinar aspectos.

Nacido en Barbastro (Huesca), en 1968, Fortea, quien no es el exorcista en este caso, se formó al lado del Padre Gabrielle Amorth, el principal especialista del Vaticano en esta materia, y es uno de los pocos curas que en España afrontan este ritual. El Arzobispado de Burgos "comparte el sufrimiento de la joven y su familia", pero se desvincula tanto del intento de suicidio como de la denuncia familiar, y aclara que todo el procedimiento previo y posterior al exorcismo ha observado estrictamente lo atenido en el Derecho Canónico para esta práctica.

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