Sociedad

España en el cónclave

  • Nuestro país será un factor a tener en cuenta tanto por su notable representación entre los cardenales electores como por el peso de la Iglesia y sus jerarcas.

En las quinielas de los vaticanistas no  aparece ningún candidato español a papa. Y sin embargo, España será  un factor a tener en cuenta en el próximo cónclave, tanto por su  notable representación entre los cardenales electores, como por el  peso que la Iglesia española y sus jerarcas siguen teniendo dentro  del mundo católico, pese a la progresiva secularización del país que  tanto preocupó a Juan Pablo II y a Benedicto XVI.  

De los diez cardenales españoles, cinco tienen derecho a voto por ser menores de 80 años: el presidente de la Conferencia Episcopal y arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, el de Barcelona, Luis Martínez Sistach, y el arzobispo emérito de Sevilla, Carlos Amigo Vallejo, así como Antonio Cañizares y Santos Abril, los principales representantes españoles en la curia romana. España aparece empatada en número de electores con el país  con mayor número de católicos a nivel mundial, Brasil. Y por lo demás son pocos los países con una representación mayor: Italia lidera la  lista con gran ventaja, con 28 electores, seguida de Estados Unidos con 11 y la Alemania de Joseph Ratzinger con seis.  

En principio, cualquier cardenal puede salir elegido, si bien ningún español parece acudir al cónclave con ventaja. El mismo día de  la renuncia de Benedicto, seguidores del cardenal Amigo iniciaron una  campaña a su favor en las redes sociales: #AmigoVallejoPapa. Pero el  purpurado se autodescartó: "Ya he hablado varias veces con el  Espíritu Santo y hemos llegado a un acuerdo". Rouco Varela aparecía en las apuestas ante el cónclave de hace  ocho años. Gallego, doctor en Derecho Canónico por la universidad de  Múnich y desde hace casi dos décadas al frente de la archidiócesis  madrileña, ha sido anfitrión de multitudinarias visitas a España de los dos últimos papas. Pero su edad, 76 años, le resta muchas posibilidades, y más en vista de que numerosos cardenales se han  pronunciado en los últimos días a favor de un papa joven.  

Los españoles, eso sí, podrían suponer un factor facilitador del consenso dentro del cónclave, por sus estrechos lazos con la Iglesia  de América Latina, donde se encuentran casi la mitad de los católicos  del mundo. "Debemos pensar en Hispanoamérica y en las estrechas  relaciones efectivas y afectivas que la Iglesia en España tiene como  puente de América con Europa", considera el decano de Humanidades de la Universidad San Pablo CEU de Madrid, José Francisco Serrano Oceja. Por su parte, Santos Abril, nacido en Teruel hace 77 años y probablemente el menos conocido de los cardenales españoles, ejercerá  una función clave en la elección. Como vicecamarlengo de la Iglesia  católica, le será confiada la vigilancia de la reunión en la Capilla  Sixtina, a la que ningún cardenal podrá entrar sin su permiso.

En varias entrevistas de prensa, el embajador de España ante la Santa Sede, Eduardo Gutiérrez Sáenz de Buruaga, destaca el  "prestigio" del que goza la Iglesia española en el Vaticano. El cardenal Cañizares es prefecto de la Congregación del Culto Divino, un cargo comparable al de ministro, mientras que otros dos españoles son secretarios de las congregaciones para la Doctrina de la Fe y del  Clero, Luis Francisco Ladaria y Celso Morga. También son muchos los españoles al frente de los influyentes nuevos movimientos y realidades de la Iglesia, como el obispo prelado del Opus Dei, Javier Echevarría, el presidente de Comunión y Liberación, Julián Carrón, o el iniciador del Camino Neocatecumenal, Kiko Argüello, así como de órdenes como los jesuitas, franciscanos, claretianos o escolapios, y buen número de congregaciones femeninas.  

Aun así, España fue una de las mayores preocupaciones de los dos últimos papas. El ahora emérito papa Ratzinger viajó tres veces al país en sus ocho años de pontificado, los cuales coincidieron en gran  parte con el gobierno del socialista José Luis Rodríguez Zapatero, que con sus políticas en temas como los derechos de los homosexuales,  el aborto o las relaciones Iglesia-Estado llevó a Benedicto a acuñar para España la etiqueta de "vanguardia del laicismo". Los católicos siguen siendo mayoría en el país, pero la cuestión es por cuánto tiempo más. Según la encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas, un 73,1 por ciento de los españoles se dice católico, frente a más del 90 de hace 20 años, y de ellos sólo uno de cada cuatro reconoce pisar una iglesia al menos una vez  al mes. Como en otros países de la "vieja Europa", las vocaciones escasean y las parroquias se fusionan por la sequía de sacerdotes. Una tendencia que no va a parar por el hecho de que ahora gobierne el Partido Popular, acostumbrado a mejores relaciones con la Iglesia.

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